domingo, 7 de octubre de 2012

Hoy es la gran batalla por el poder en Venezuela

AlertaConfidencial.- Capriles recorrió el país en una campaña casa por casa; Chávez realizó 27 cadenas de televisión obligatorias, pero evitó un debate con su opositor.
Caracas.- La suerte está echada. Con sendos actos de masas en Caracas y Barquisimeto, capital del estado Lara en el centrooccidente del país, Hugo Chávez y Henrique Capriles Radonski dieron por terminada este 4 de octubre una campaña que se extendió por 97 días. Ahora los peleadores vuelven a sus esquinas para esperar el veredicto del único árbitro de esta contienda: el pueblo de Venezuela.
Son dos candidatos con estilos muy distintos. Mientras Capriles Radonski aprovechó estos tres meses para recorrer más de 300 pueblos, Chávez limitó sus visitas a los principales centros urbanos de la República Bolivariana. "Yo he recorrido mil pueblos toda mi vida, amando a la patria y luchando por ella", se justificó el Presidente, buscando atenuar el impacto de las comparaciones.
El abanderado de la Unidad Democrática apostó por el contacto directo con la gente. Pateó calles, apretó manos, repartió besos a granel y escuchó los problemas de las comunidades de boca de sus vecinos. En cambio, el aspirante a la reelección prefirió encabezar caravanas abordo de una carroza, rodeado por sus ministros. "Yo quiero caminar, pero no me dejan. Yo pongo un pie en tierra y se me lanzan encima", se excusó el líder de la revolución, nuevamente sacudiéndose la sombra de su adversario.
Capriles Radonski arrancó esta etapa con un plan denominado "casa por casa", tocando a las puertas de los votantes. Chávez no necesitó eso. Tiene otra manera de entrar en la intimidad de las familias. Desde el 1 de julio hasta el 25 de septiembre, el jefe de Estado realizó 27 cadenas obligatorias de radio y televisión que sumaron cerca de 43 horas y 17 minutos. Sin embargo, rechazó la propuesta de su rival, que le pidió "una horita de cadena" para desarrollar un debate.
Las prioridades en el discurso son diferentes. El opositor se ocupó de los males que azotan a la nación, comprometiéndose a combatir la violencia, el alto costo de la vida y el desempleo. Por su parte, el gobernante del país con la quinta peor tasa de homicidios en el mundo (50 por cada 100 mil habitantes) y la mayor inflación del Continente suele disertar sobre la urgencia de "contribuir con la preservación de la vida en el planeta y la salvación de la especie humana".

Yo no fui

Campaña que se respete tiene un buen jingle. La del fundador del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) tuvo varios destacados. Uno de ellos se tituló "Chávez, corazón del pueblo", que mezcla rock, reggae y merengue.
Antes de cada mitin, el comandante brincaba al ritmo de la música, simulaba tocar una guitarra eléctrica o repicaba unos tambores. Empero, más que cualquier otra canción, en estos días Chávez siempre entonó el mea culpa.
"Uno de los que más se queja aquí de este Gobierno soy yo mismo", confesó en la ciudad de Barcelona, en el estado de Anzoátegui. "Yo sé que aquí en el estado Bolívar todavía hay graves problemas, graves fallas en la energía eléctrica y, bueno, en casi toda Venezuela", reconoció en el sur del país. "A nombre de mi Gobierno yo ofrezco mis excusas, pero me comprometo a que más pronto que tarde terminaremos la línea 2 del Metro de Valencia", exclamó en una concentración en el estado Carabobo.
En una reciente entrevista, al dignatario le pidieron identificar dos fallas de su gestión de 14 años y se atrevió con cuatro: "ineficiencia, falta de experiencia, burocratismo y falta de seguimiento a los proyectos".
Golpes de pecho aparte, Chávez sigue apelando a la paciencia de sus simpatizantes, llamándolos a levantar la mirada sobre los problemas. En el estado Monagas, explicó a la muchedumbre que lo escuchaba: "lo que está en juego el 7 de octubre no es que si está asfaltada o no la calle, si me dieron la casa, si estoy bravo con los dirigentes (...) si se fue la luz o no se fue, que si llegó el agua o no llegó, que yo no tengo empleo todavía. Nos estamos jugando la vida de la patria". Es decir, su continuidad en Miraflores por seis años más.
El enigma
Montado en su carroza al frente de una caravana que surcaba Guarenas, en el estado Miranda -centro norte del país- Chávez conversó con una reportera de AFP sobre su salud.
"Yo me siento bien", respondió cuando le preguntaron si había vencido el cáncer. "Si no me sintiera con fuerzas (...) no estaría aquí. Vamos incluso a trabajar a un ritmo más acelerado", prometió para un eventual tercer sexenio. También admitió que había tenido que disminuir la intensidad de su trabajo. "En los primeros años de Gobierno no descansaba en absoluto, pero el cuerpo te va indicando y hay que ir reduciendo".
El estado de salud del Presidente es el secreto mejor guardado de la República Bolivariana. Nunca informaron oficialmente en qué parte de su humanidad apareció el cáncer. Tampoco han presentado un informe acerca de su recuperación. Nadie conoce al médico que le operó. Y para rematar, las dos intervenciones que le han practicado se llevaron a cabo en La Habana, Cuba, reino del silencio absoluto.
El desempeño de Chávez en la campaña ha servido para aumentar los rumores. No solo llamó la atención el bajo número de concentraciones que protagonizó, en comparación con la agenda frenética de Capriles Radonski, sino un hecho en particular: el hombre de los discursos infinitos prefirió en varias ocasiones ofrecer mensajes breves a su militancia.
El jueves, en el acto de cierre en Caracas, ante decenas de miles de seguidores venidos de todos los rincones del país, el Presidente se limitó a hablar 32 minutos. Cierto es que estaba lloviendo y que hasta se mojó junto a su gente, pero en el pasado no había tormenta que frenara su lengua.
Chávez, de 58 años, repetía constantemente que mandaría hasta 2030. Hoy muchos se preguntan si, en caso de vencer el domingo, tendrá la fortaleza física para soportar 6 años más conduciendo a Venezuela.


David y Goliat
Capriles Radonski ha definido su esfuerzo en esta campaña como la lucha de David contra Goliat. En realidad, la cosa es peor: se trata de David contra un todopoderoso Petroestado caribeño.
El chavismo ha puesto todos los recursos del Estado venezolano en función de ganar los comicios del 7 de octubre. Este abuso no ha sido enfrentado ni castigado por el Consejo Nacional Electoral, dominado por el oficialismo.
El cierre de campaña de Chávez en Caracas estuvo salpicado por denuncias de presiones a los empleados públicos para que asistieran a esa última concentración. La instalación de “puntos rojos” para hacer proselitismo en ministerios y demás entes gubernamentales, violando la Constitución y los reglamentos electorales, dibuja de cuerpo entero la arbitrariedad del poder. Esto sin contar el uso de los medios de comunicación del Estado con el fin de favorecer al candidato a la reelección y la presunta desviación de fondos públicos para sus actividades.
El PSUV despachó estas acusaciones subrayando que lo suyo “no es ventajismo sino ventaja”, aludiendo a los sondeos que vaticinan un abrumador triunfo de Chávez el 7 de octubre.
Pese a este panorama adverso, algunas encuestadoras dan como favorito a Capriles Radonski, quien entre sus fortalezas tiene haber cohesionado a toda la oposición entorno a su liderazgo. El abanderado de la Unidad Democrática intenta sacar provecho a su juventud (40 años) mostrándose enérgico,  libre de viejos rencores y capaz de unificar a la dividida sociedad venezolana.
Guerra sucia
Chávez jamás llama a su contendor por su nombre. Le dice "majunche", "burgués", "hijito de papá y mamá", “fascista” y "jalabola", entre otras lindezas. En los medios de comunicación del Estado tachan a Capriles Radonski de nazi y sugieren que es homosexual.
Para esto de la guerra sucia, el comandante despliega artillería pesada. Utilizando todo su poder de fuego mediático, "reveló" la presunta existencia de un programa neoliberal a ser aplicado por la oposición en caso de ganar el domingo. Los principales voceros de la Unidad Democrática, incluido Capriles Radonski, negaron la versión e indicaron que Chávez basó su exposición en un documento falso, forjado y apócrifo. El candidato a la reelección ni se inmutó e insistió durante las últimas semanas con el mismo tema.
Luego, tres fichas de la oposición, los exgobernadores de los estados Anzoátegui y Falcón, David De Lima y Aldo Cermeño, y el diputado William Ojeda, así como cuatro pequeños partidos, retiraron su apoyo a Capriles Radonski repitiendo la tesis de Chávez: la presunta redacción de un programa neoliberal.
Representantes de la Unidad Democrática denunciaron que el PSUV estaba detrás de esa ruptura y afirmaron que De Lima, sobre quien pesan expedientes judiciales por irregularidades administrativas, sobornó con 200 mil dólares al cuarteto de organizaciones que se divorciaron de Capriles Radonski. Indignados, exhortaron al Ministerio Público a investigar el hecho, pero su petición cayó en saco roto.
Después vino la guinda del pastel. Un video donde aparece el diputado Juan Carlos Caldera, compañero de partido de Capriles Radonski, recibiendo dinero en efectivo para la campaña electoral. De inmediato, el PSUV aseveró que el candidato de la oposición era financiado por banqueros y corruptos prófugos. Caldera contestó que el efectivo se lo había entregado el empresario Wilmer Ruperti, connotada figura de la denominada "burguesía bolivariana" que recientemente donó a Chávez unas pistolas que pertenecieron al libertador Simón Bolívar valoradas en 1,6 millones de dólares. La Asamblea Nacional, que indaga el caso, aún no interpela a Ruperti, quien habría consignado el video al Gobierno.
La última bomba que lanzó el Presidente a Capriles Radonski le vinculaba con sectores del narcotráfico. No se ha presentado ni una sola prueba al respecto.
La última palabra
“¿Quién es el candidato de la juventud? ¿Quién es el candidato del futuro?”, preguntaba Chávez a su enfervorizada audiencia en cada una de sus intervenciones públicas. Por supuesto, todos contestaban que él. Agradecido por la respuesta, el comandante se dirigía a la muchachada venezolana “como padre y abuelo”, jurando que los años por venir les pertenecen.
Capriles Radonski cree que ese futuro ya está aquí. Con 18 años de edad menos que el jefe de Estado, el aspirante presidencial levanta la enseña de la renovación política y encarna el cambio que anhela una parte del electorado.
En su multitudinario cierra de campaña en Barquisimeto, el candidato envió un recado a su enconado rival: "lo que usted haya hecho bien el pueblo se lo agradece, pero ningún Presidente, ningún gobernante es el dueño de las conquistas que alguna persona pueda sentir propias. Las conquistas de los venezolanos son de los venezolanos. Yo quiero decirle al Presidente Chávez: su ciclo termina”.
El optimismo de Capriles Radonski no luce descabellado. Con su promesa de ser más eficiente y, ahora sí, acabar con la pobreza en Venezuela, Chávez sigue teniendo pegada en los sectores populares y muchos expertos lo ubican como el favorito en esta carrera. Pero por primera vez en 14 años de revolución bolivariana, la oposición posee en su  mano una carta ganadora. La última palabra la tienen los venezolanos.

1 comentario:

  1. "Cooo...oooño" Por fin se dió cuenta de la ineficiencia, falta de experiencia, burrocratismo y falta de seguimiento a los proyectos, se le olvidó la generalizada corrupción, la politización de las Instituciones Públicas y su Mediocrización y pare de contar. "BIEN TARDE PIASTES PAJARITO"

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