jueves, 10 de noviembre de 2011

UTOPÍAS DE BORREGO: CHOCRÓN


Una noche cualquiera de un año cualquiera lejano en el ayer, entré con una amiga a un minúsculo bar ubicado frente a Plaza Tiuna  en Caracas. Luego supe que el lugar había sido el capricho eterno de alguien que dedicó años a visitar cuanto bar y tugurio había en la capital, con luces mortecinas, tomadores pacíficos, humo tabáquico y buena música instrumental para emularlo. Lo logró. Aun cuando no recordamos su nombre quien lo haya visitado sabrá a qué nos referimos. Al entrar agredía la oscuridad como en una sala de cine y a los pocos minutos la vista se acostumbraba a la penumbra como en una sala de cine.
Por ello casi inmediatamente saludamos a Adriano González León que libaba gélidas lisas acompañándolas de tapas secas que ofrecía el establecimiento: maní, cotufas y merey. No habíamos pasado del protocolo cuando entró al lugar Isaac Chocrón. Venía de conversar -dijo- con Carlos Giménez a la sazón director o actor de Rajatabla cuya sede se ubicaba por los alrededores de la Avenida Roosevelt. Y saludó Chocrón con la auténtica cordialidad de hombre de letras dedicado a escribir teatro. Una primera lisa entre pecho y espalda y le comentó a Adriano algo político que no escuchamos pero que el autor de País Portátil con una sonora carcajada, le respondió “lo que pasa es que tú eres reaccionario por antología…”
Fue allí donde mi amiga y yo nos interesamos en el diálogo y conocimos que Isaac le hacía un reproche amistoso y fraterno a Adriano por su sesgo político. Adriano no ocultaba ser “un hombre de izquierda” y Chocrón pensaba -y así lo expuso- que esas ideas terminarían por dividir al país y enfrentarnos unos con otros. Si no recordara que apenas consumía la primera lisa cuando se inició esa litis podría imaginar que estaba ebrio. Pero no.
Escuché perfectamente a Chocrón. Aunque asumió ser progresista pensaba que el término “izquierda” pecaba de inconveniente. Décadas más tarde nos asombró la metamorfosis de un hombre que no la necesitaba. Un quijote admirable del teatro. Un talento inmenso disimulado bajo su capa de sencillez. Un venezolano como pocos. Un ciudadano que no requería carnetizarse.

¡Salud por los camaradas caidos!
Tomado de la Mesa de Redacción del periodista José ángel Borrego

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