viernes, 2 de diciembre de 2011

UTOPÍAS DE BORREGO: CULTURA DE ENCUESTA

 Me preguntaba un lector (en quien creí percibir un tono molesto) la razón por la que este periodista de forma reiterada habla de que en Venezuela no hay “cultura de encuestas”. Es sencillo. Existen dos razones. La primera es que por su costo la encuesta, siendo tan importante, casi se ha dejado para la actividad política y electoral. Y segundo, lo más importante, que quien es requerido por un investigador duda entre decir lo que realmente piensa o mejor callarse u ofrecer cualquier respuesta.

Eso devino principalmente (diría que en 90 %) a raíz de la despreciable lista del despreciable y fallecido Luis Tascón que obtuvo registros que supone uno debe guardar con mucho celo el CNE. Pues no, ese organismo con Jorge Rodríguez cual infiltrado le entregó a Tascón la data de quienes acogiéndose a una previsión constitucional llevada al famoso librito azul por el propio Presidente, firmaron para solicitar su destitución.
 
Nunca imaginó el Presidente que alguien abjurara de su gobierno y mucho menos estimó hasta dónde llegaría su capacidad de odiar. Esto último por no ser demócrata lo cual no es un efecto reprobable porque cualquiera puede o no serlo. Hay personas a quienes les gusta una dictadura en contra de toda la lógica. “Una bota”, escuchamos muchas veces de gente de excelente salud moral que piensa que la democracia no contiene la esencia necesaria para aplicar correctivos más allá de lo que pautan las leyes.
Pero Tascón merece el más absoluto reproche porque él era parlamentario. Un hombre que se supone representaba al pueblo y los firmantes son parte del pueblo. Que no pensaran como él no era un delito, aunque diera ocasión a Tascón de colgarse de las creadillas de Chávez. A partir de ese momento la gente no sabe quién le pregunta algo, ni por qué y menos para qué. 

Se han dado casos de “compatriotas” que han influido en el despido de humildes trabajadores por emitir una queja contra el desgobierno. Todo el mudo duda de su vecino, al estilo de Cuba y por ende nadie responde honestamente una encuesta. Al no existir un cuadro psicológico en el ciudadano que le permita emitir su real criterio, la encuesta estará siempre a(dul)lterada.
Tomado de la Mesa del Periodista Josè Àngel Borrego.

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