En julio de este mismo año Chávez
denunció que ciertos senadores paraguayos estaban solicitando dinero para
aprobar en esa cámara el ingreso de Venezuela al Mercosur. Mes y pico más tarde
uno de los miembros del senado asuntino replica que un hermano de Chávez les
ofreció cien mil dólares. Pongamos las cosas en contexto. Chávez recibe la
negativa del senado paraguayo y entiende que se las ve con un adversario. No
con un alto pana al que podría cautivar con su experiencia sobre el mundillo
político. Si se tratara de una sola persona aceptaríamos la versión del senador
sobre la extorsión. Pero con tanta gente en medio del berenjenal no creemos que
Chávez apelara a una quirúrgica tan invasiva y menos con un hermano suyo como
intermediario. Distinto sería que ese senador hubiera mostrado el expediente
completo. Registro de aduana con el ingreso del hermano de Chávez que el
senador no identifica.
Y presumiendo el parlamentario que la conversación
giraría en torno a esa esfera como mínimo la habría grabado. Por otra parte
cuando Chávez hizo la denuncia no conocimos de protesta alguna al respecto. Aun
por guardar las formas más de uno habría rasgado su vestimenta, pero temiendo
que un colega estuviera implicado todos guardaron silencio en solidaridad
automática. Cien mil dólares, al menos en Venezuela, son una minucia para una
gestión como la implícita en el conato de escándalo. A otro can con tan chucuta
osamenta.
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