Un especialista en materia ambiental
comentó en un programa radial, que le hizo a Julio Millán, gerente de la
cementera contaminante de Pertigalete, una observación sobre el grave perjuicio
que ocasiona a las poblaciones vecinas del sector. La respuesta de Millán fue
la típica excusa de quien alcahuetea al gobierno antes que defender al
ciudadano. “Esa planta es vieja”,
dijo el referido gerente, como sentenciando la inutilidad de cualquier esfuerzo
que se realizara para paliar el criminal daño que se hace a la gente. Durante
el programa, un vecino de Guanta telefoneó al programa para señalar que el
mismo ejecutivo de la cementera es quien aspira la diputación por el Circuito
que abarca a Lechería, Puerto La
Cruz y Guanta. Poniendo en duda que este personaje pudiera en
algún momento defender los intereses de una comunidad por encima de las
conveniencias de su gobierno y de su partido (PSUV). Como prefiero indagar
antes de emitir juicios sobre materias que ignoro, conversé con un ingeniero,
ex gerente de esa planta por muchos años quien asegura que la realidad es
sencilla. Los filtros que protegen contra la contaminación están dañados y
vencidos en más de un 90 % y no existe política de mantenimiento en esa
empresa. Y agregó el ingeniero que “quien
preside ese complejo industrial es la esposa de Elías Jaua, designada para ello
solo por tal filiación. Y quien lo gerencia es un abogado que nunca había visto
un saco de cemento”.
UTOPÍAS BOGOTÁ
Por esa razón, como periodistas,
siempre fuimos reticentes a meter la sinhueso en cualquier asunto. Recuerdo que
Kotepa Delgado decía “Escribe, que algo
queda…” y aunque sea cierto puede generar piquiñas. Nosotros protestamos la
decisión venezolana en el momento en que el Gobierno desertó de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos de la OEA
basados en un sin fin de argumentos que ofrecieron muchos especialistas en la
materia. Y como nos pareció de anteojito el asunto, suscribimos con algún ingrediente
propio la crítica hacia la Casa Amarilla
y sus aparentemente poco asertivas políticas. Por ello nos extraña el
enmudecimiento global frente a la postura de Colombia quien abandona una
instancia similar en rango pero en materia limítrofe que al modificar el atlas
reduce las aguas internacionales de ese país para ofrecerle espacio a Nicaragua
dentro de una “herradura” que tal vez por nuestra supina ignorancia en la
materia no comprendemos. Y la postura de Bogotá traduce una delicada situación.
¿Qué significaría esta ruptura para la región? Eso sí hay que sopesarlo muy
bien porque la disputa es entre Santos, el nuevo mejor amigo de Chávez y
Ortega, uno de los viejos mejores amigos de Chávez. Y no quepa duda de que
ambos, uno discretamente y el otro con su atorrancia proverbial buscarán la
intercesión del presidente venezolano frente a un conflicto que se perfila
difícil de evitar por la importancia económica y política del escenario en
disputa, lo que puede hacer crisis cuando las naves nicaragüenses protagonicen
desplantes frente a la Armada
de Colombia…o viceversa. ¿Qué haremos? Poner a prueba la salud de UNASUR aunque
Managua no sea miembro.
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