UTOPÍAS DE BORREGO ¿Fracaso electoral?

José ángel Borrego.- Esta es una expresión, aunque usual, incorrecta. Es como pensar que porque un paciente fallece el diagnóstico médico sobre su cáncer estaba errado. Perder una elección tiene solo dos opciones: posibilidad o imposibilidad de ganar. En ellos hay aciertos o errores que conducen a cada tendencia. Pero en todos los reveses el error universal es no haberse podido (o sabido) comunicar con el elector, bien por imposibilidad financiera o por automedicación. Una campaña electoral es absolutamente un ejercicio comunicacional. Si usted presenta quebrantos físicos va al médico. Si percibe trastornos de conducta acude al sicólogo. Si desea construir una casa busca al arquitecto e ingeniero. Si necesita educarse requiere de un docente. Y si su apuesta es por una elección, sea cual fuere, el especialista es el comunicador social con

experiencia en comunicología política. Ni siquiera el politólogo puede asumir esta sustitución, no por las dudas de Manuel Caballero sobre la dudosa utilidad de este profesional, sino porque no maneja y menos aún domina las variables aplicables ante la diversidad de enfoques que presenta una rivalidad candidatural. Escritorios de esta materia tan prestigiosos como el de “Pizzolante & Asociados” obligó a Ítalo, su gerente a escolarizarse en el área pese a ser ingeniero. (Coincidimos ambos en dos especializaciones de comunicología). Y tiene en su oficina a varios periodistas versados en las áreas electorales. Pero la mayoría de los candidatos no son capaces de entender algo tan simple y lo sustituyen por el gasto excesivo derivado de asesorías impropias lo que les impide establecer la necesaria comunicación con el dueño del voto y de allí el fracaso, no electoral sino comunicacional.