…no
me amenaces…”.
Es título y letra de una vieja ranchera donde el juglar solicitaba a su
enamorada que dejara de amagar con su despedida y dejara el pelero de una vez.
Nos vemos conminados a serenatear con ella a muchos amenazadores de oficio del
régimen que van desde Maduro (antes lo hizo Chávez hasta el hartazgo) y para
sorpresa nuestra el siempre muy ponderado Johnnathan Marín amenazó con
denunciar (leáse bien: DENUNCIAR) a quienes financian a la oposición en Guanta.
Johnnathan es abogado y conoce mejor que nosotros que la denuncia implica un
evento penal, bien jurídico o informal, pero siempre pende sanción de por medio.
Cuando denunciamos a una persona por un delito interviene la Fiscalía, como
dueña del proceso, asigna la investigación a sus fiscales y al CICP y luego
conlleva a los jueces a imponer lo que establece el COPP según lo que aparecen
autos. O al menos así debería ser. Cuando éramos chamos alguna persona denunciaba nuestras travesuras y al llegar
a casa nos esperaba el cumplimiento de una condena generalmente representada
por castigos de cualquier índole. En fin. Lo que aspiramos que el buen amigo
Johnnathan Marín comprenda es que financiar a un partido o a un dirigente no es
delictivo y por tanto no procede una denuncia. Al menos en la jurisprudencia
vigente en este país. ¿Qué prevé JM para penalizar al financista? ¿Lapidarlo,
agraviarlo, escarnizarlo? Todas estas
respuestas son ilegales. Cada persona, aun trabajando como contratista del
Estado, tiene derecho a utilizar su
dinero como mejor le parezca dentro de márgenes legítimos. No creo que
exista un inciso contractual que obligue a la fidelidad política más allá de la
eficiencia. Ahora bien; si el tipo es inepto como quienes asfaltan
defectuosamente, o quienes reparan elevados, o como construyen casas que se
caen, etc, etc, etc, sí debe responder ante la Justicia. ¡Denuncias con él..!