Leandro Area: No es mi querencia la de los números y
menos aún la de las estadísticas electorales, que en eso nos hemos vuelto tan
gringos. Hasta los del PSUV andan apoyándose en esa “ciencia burguesa” de las
cifras que sirve para medir intenciones de voto y traducir resultados de
quincalla. Y no, por dos razones: La
primera es que creo más bien que los resultados son más que las suma de las
partes, lo cual constituye una carga genética heredada de quién sabe qué
aventurero familiar; y la segunda, es que considero impráctico e injusto,
además, medir el esfuerzo, la ambición y el éxito de una organización política
tan solo por los resultados visibles obtenidos, tal si fuera una fábrica de
producir resortes.
El criterio del éxito inmediato es otra
variante impuesta por el “capitalismo salvaje” y el “petrolismo” del que somos
hijos tan destacados. En esto somos injustos los venezolanos, que ahora
aparentamos ser especialistas en aritmética pero no en lectura, es decir:
sabemos contar pero no leer. Y puede que sea así. Además con esa concepción tan
de menudo y sencillo de la política, a saber, la de cuántos cargos obtuvimos,
carros, secretarias, teléfonos, etcétera, no estamos dibujando sino una pésima
caricatura de lo que verdaderamente aspiramos, que es cambiar al país.
Lo electoral es una pizca de la Política,
un ingrediente, una prueba de esfuerzo. El meollo de la Política radica en el
poder. Por ello pues recomiendo muy humildemente, como corresponde a un
ciudadano corriente, mirar los resultados electorales sobre todo, como un
perfil de sangre en el que aparecen tus valores para el día de hoy, y punto. En
eso también deberíamos ser más sembradores que consumidores, más agrícolas que mineros.
Porque además nadie ha reparado en algo que
pudiéramos llamar el “Índice de Resistencia Cotidiana Democrática” alcanzado
por la sociedad venezolana y que estos iluminados de las encuestas y otros
ayatolas del micrófono y la pantalla, ahora escasos, ignoran. Dicho índice
mediría un valor, una dignidad, una lucha cotidiana contra la adversidad, una
coraza de respeto y de decencia personal y colectiva, porque si no cómo
entender que con todo y que lo tenían todo, no pudieron con nuestro coraje civil
y democrático. Con todo y las abismales distancias, en dineros y recursos,no pudieron
arriarnos a su proyecto fracasado. En este caso,nevera, cocina, televisor y
otras chequeras no pudieron con nuestros candidatoscurtidos y batalladores, y
menos aún con nuestros votantes.
Con todo y que lo tenían todo, además de
esquiroles gratuitos o pagos, talanquerosy demás alimañas, la gente dijo que no
al proyecto de socialismo quepretenden imponer a la brava, porque a través de
los votos pareciera que no. Al menos la mitad del país dijo que no, otra vez, a
la obsesiónChavo-madurista. Y esa mitad no es cualquier mitad. Aprendamos a leer
y sumar.
Y eso
que lo tuvieron todo, hasta nuestra indiferencia expresada en abstención,
y no pudieron. No podrán.
y no pudieron. No podrán.
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