El secretismo del Gobierno y el
cerco económico a la prensa, a los que se suma la crisis mundial del sector,
provoca el auge de medios digitales independientes, publica El País de España
El País de
España.-Por una puerta han entrado la
censura y el dinero de la corrupción a los medios tradicionales venezolanos, y
por otra se han marchado los periodistas —y con ellos, el periodismo— a las
plataformas digitales. Durante el último año, cuando se han conjurado en
Venezuela la crisis global de la prensa, el cerco económico y político a la
libre información y la compra de televisoras, radios y diarios por parte de
capitales asociados al chavismo, han surgido o se han fortalecido una decena de
nuevos medios digitales que apuestan por darle a los ciudadanos las noticias de
actualidad que han dejado de aparecer en la prensa y las pantallas locales.
La enfermedad del expresidente
Hugo Chávez fue el más sonoro entre muchos casos donde el Gobierno se esmeró en
ocultar información que debía ser del conocimiento público, y marcó el comienzo
de la migración a la web de una audiencia ávida por saber. A Chávez se le
diagnosticó en junio de 2011 el cáncer que le causó la muerte en marzo de 2013,
pero ni Chávez ni sus ministros, que se jugaban la reelección en octubre de
2012, informaron oficialmente qué órganos del cuerpo del presidente-candidato
estaban afectados por la enfermedad ni cuán grave era su estado de salud,
quiénes eran los médicos que lo trataban y cuál era su expectativa de vida.
El periodista Nelson Bocaranda
fue el primero en dar la noticia del cáncer de Chávez y el único que logró
ofrecer información de primera mano sobre los tratamientos y cirugías a los que
fue sometido, a través de su página web Runrun.es, creada ocho meses antes,
después de que, por presiones gubernamentales, fuese cancelado el programa de
radio que conducía. Desde entonces el tráfico en su página ha tenido un
crecimiento sostenido del 20% al mes. “Cada día más venezolanos acuden a las
redes y a los portales para buscar la información que no aparece en los medios
tradicionales a causa del miedo, de la censura o la autocensura”, dice
Bocaranda. “Nosotros estamos montados encima de la información y nos hemos
dedicado mucho más a la investigación que otros medios digitales”, asegura.
Dos de las mejores periodistas
venezolanas de investigación, Tamoa Calzadilla y Lisseth Boon, se han
incorporado este mes a la plantilla de Runrun.es. Ambas solían trabajar en la
unidad de investigación de la Cadena Capriles, el grupo editorial al que
pertenece el diario Últimas Noticias, el de mayor circulación del país, y que
en mayo de 2013 fue comprado por un grupo anónimo de empresarios vinculados al
chavismo. Ambas renunciaron a sus cargos cuando sus reportajes comenzaron a ser
censurados por la nueva administración. El último que logró salir a la luz
demostraba cómo funcionarios de la policía política habían disparado contra un
grupo de estudiantes durante la primera manifestación del 12 de febrero, donde
murieron dos jóvenes tiroteados. Este trabajo ganó el lunes el primer lugar del
concurso anual de reportajes que organiza en Venezuela el Instituto Prensa y
Sociedad (Ipys).
Desde que asumió el poder Hugo
Chávez, en 1998, los diarios venezolanos habían logrado sortear, aunque con
dificultades, la presión económica y política a la que ya habían sucumbido los
medios radioeléctricos, tras el cierre de Radio Caracas Televisión y de 34
emisoras radiales entre 2007 y 2009, y la venta del canal de noticias
Globovisión, abiertamente crítico con la gestión del chavismo, a empresarios
que deben su ascenso económico a sus vínculos con el poder político. “El
momento crítico para la prensa escrita llegó con la compra de medios por parte
de empresas fantasmas o de personas ligadas al chavismo que no dan la cara sino
que se escudan en testaferros y ponen los periódicos al servicio del Gobierno”,
explica la periodista Tamoa Calzadilla.
A esto se suma que las
autoridades niegan a los diarios independientes el acceso a divisas para la
compra de papel, en el contexto del férreo control de cambios vigente desde
2003. Los periódicos, en consecuencia, han reducido drásticamente su paginación
o han dejado de circular. “Esta crisis de la industria periodística está
generando una búsqueda que aún no sabemos adónde va. Pero todo parece indicar
que la respuesta está en los medios digitales, al menos a medio plazo. También
está demostrando que la crisis es de los medios pero no de los periodistas ni
del periodismo, que buscan nuevos espacios para llegar a la audiencia, decir
verdades y mantener el compromiso de siempre en otras plataformas”, explica
Calzadilla.
A esa nueva oligarquía que ha
florecido a la sombra de los contratos públicos en la era del chavismo se le
conoce en Venezuela como boliburguesía, desde que el periodista y escritor Juan
Carlos Zapata la bautizó así, en enero de 2004, en su web de confidenciales
económicos Descifrado.com. “Ese año comenzaron a aparecer los empresarios
ligados al chavismo y los funcionarios que estaban en grandes operaciones,
acumulando grandes fortunas, lo que se hizo evidente dos años más tarde, cuando
publicamos la primera lista de los boliburgueses”, recuerda el periodista,
creador del nuevo portal de información Konzapata.com. Fundado este 2 de junio,
la idea es “publicar lo que otros no publican e interpretar las relaciones de
poder, escudriñarlas”. Ya lo han logrado con la cobertura del caso Jorge
Giordani —el gurú económico de Chávez recién expulsado del Gobierno por Nicolás
Maduro—, gracias a una red de informantes, de dentro y de fuera del Gobierno.
El 3 de mayo pasado también salió
al aire el capítulo venezolano de Poderopedia: una plataforma destinada a
dibujar las relaciones de poder entre personas, empresas y organizaciones, que
hasta ahora ha publicado más de 200 reseñas y los perfiles de 35 empresarios,
políticos y militares con influencia en la toma decisiones públicas y privadas
en Venezuela. Esta web, dirigida por el periodista César Batiz, se nutre de la
muy escasa información disponible en los registros públicos y de lo que ya ha
sido difundido por otros medios. “En Venezuela cada día hay un ocultamiento
mayor de la información. No tenemos acceso a declaraciones juradas de bienes o
de impuestos, que en otros países son públicos. En el Registro Nacional de
Contratistas observamos, por ejemplo, que no se reportan todas las obras y
contratos públicos obtenidos por las empresas”, afirma Batiz, tres veces
ganador del premio nacional de reportajes de investigación de Ipys.
Las dos últimas generaciones de
periodistas venezolanos se han formado bajo la política del secretismo de
Estado, donde la información que solía ser pública dejó de serlo y los
funcionarios no cumplen con la obligación constitucional de rendir cuentas de
su gestión. Un grupo de ellos inauguró, en junio de 2010, la web Armando.info
con algunos de los grandes reportajes producidos por la primera promoción de la
diplomatura de Periodismo de Investigación que no tuvieron cabida en los medios
locales: los términos leoninos en que se basan los millonarios contratos entre
China y Venezuela para construir viviendas o la exportación clandestina del
coltán del Amazonas venezolano. El gran desafío, explica la periodista Emilia
Díaz-Struck, integrante de este colectivo de jóvenes periodistas, es conseguir
el financiamiento que hace posible la producción de estas historias: “Uno de
los retos que se le plantean a estos espacios es el mismo que en otras partes
del mundo: encontrar un modelo de negocios que permita la sostenibilidad en el
tiempo y conservar la independencia”, afirma. “Esto es clave para que pueda
haber un desarrollo de una agenda propia e independiente y que los medios
digitales tengan larga vida”, analiza.
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