La “coronela”-como llaman a la
última encargada de la cartera sanitaria de la gestión de Hugo Chávez- acumuló
un expediente grueso de denuncias
Caracas.- El 19 de junio pasado,
la ex ministra de Salud, Eugenia Sader Castellanos, se presentó en la Fiscalía
53 –en el edificio Villasmil, Parque Carabobo, en el centro de la ciudad- para
rendir declaraciones por la presunta comisión s de delitos de corrupción. Llegó
pasadas las 10:00 de la mañana, atavida con un
pantalón y chaqueta de un blanco inmaculado sobre una camisa roja; usaba
un collar de perlas y llevaba un bolso de mano. Antes de entrar, un reportero
la abordó. Ella intentó responder a sus preguntas con naturalidad. Esbozó una
media sonrisa y hasta vio directamente a la cámara. Pero titubeó.
-Se habla de malversación de
fondos en su caso, ¿Qué tiene que decirle usted al país?
-Al pueblo venezolano, este… no
sabemos, no podemos juzgar cuando no conocemos el expediente. Yo le diría a los
que nos conocen (…) que vamos a esperar a ver qué dice el expediente. Hasta que
no tengamos información veraz, no podemos dar una opinión… No hemos tenido
acceso al expediente.
En esa toma de televisión, Sader,
quien fue la última ministra de Salud del fallecido expresidente Hugo Chávez,
lucía incómoda. Las ojeras, el cabello al descuido y la cara sin maquillaje la
hacían ver demacrada. Llegó acompañada de sus abogados. “Vengo a cumplir, como
todo servidor público, ante un llamado de un Poder Moral como es la Fiscalía
General de la República. Yo fui una servidora pública”, dijo. Y reconoció que
podría haber “alguna duda razonable” sobre su gestión y por eso estaba allí,
para aclararla, para “ver de qué se trata”.
Así como Sader no se mostró
extrañada por esa citación, a diputados de oposición, organizaciones no
gubernamentales (ONG), centros de investigación, activistas y defensores del
derecho a la salud, tampoco les pareció extraño. En realidad, esa imagen de la
exministra entrando a encarar a la justicia la esperaban desde hace mucho
tiempo, aunque haya sido una de las funcionarias más fieles de la revolución.
Mientras estuvo frente al despacho de
Salud, ella acumuló, según la justicia, un expediente grueso de denuncias y
señalamientos.
Tras la comparecencia, que se
extendió por seis horas, le imputaron tres delitos: peculado doloso propio,
sobregiro presupuestario y asociación para delinquir. Ella, a la salida del
tribunal, reiteró: pudieran haber “dudas razonables en los procesos administrativos”.
Y se apuró a destacar que durante su gestión fueron inaugurados 25 hospitales,
115 centros de diagnóstico integral, 14 centros de Misión Sonrisa y cuatro
centros de radioterapia.
De confiar
Chávez le encargó la cartera de
Salud el 22 de mayo de 2010. Fue durante la inauguración de un edificio de la
Maternidad Concepción Palacios, en Caracas.
-Ahora, Luis Reyes Reyes
(entonces ministro) le va a entregar el Ministerio a Eugenia Sader –anunció
Chávez- ¿Dónde está Eugenia?.. Les presento a la nueva ministra. Ella no sabía,
ella no sabía.
Sader estaba detrás del
mandatario. Sonrió, se puso nerviosa, se le paró al lado. No dejaba de
verlo.
-Gracias por su confianza-
alcanzó a decir, aún como incrédula.
Ya Sader, a quien le dicen “la
coronela” por ser médico pediatra de la Aviación Militar, venía manejando
responsabilidades de envergadura en el área de la salud dentro de la
revolución. Se desempeñaba como viceministra de Redes de Salud Colectiva, y
desde 2009 dirigía la Fundación Barrio Adentro. También había comandado el
Batallón 51, integrado por un grupo de jóvenes venezolanos formados en la
Escuela Latinoamericana de Medicina, en Cuba. El mismo Chávez le había
encomendado mantenerlo al tanto del progreso de las obras de infraestructura
del Plan Barrio Adentro 3.
Aquel día de 2010, Sader se
convirtió en la novena ministra salud de Chávez. La novena en 10 años de
revolución. Su período, de tres años, fue uno de los más prolongados.
Se mantuvo en el cargo hasta
después del fallecimiento del líder revolucionario. Al llegar al poder, Nicolás
Maduro la excluyó de su Gabinete. El recién electo mandatario aseguró que Sader
presentaba problemas de salud que necesitaba atender. y puso en su lugar a Isabel Iturria.
En la mira
Desde ese momento los
cuestionamientos fueron constantes. Un
informe de la Contraloría General de la República (CGR) de 2010 señala que
entre 2005 y 2010 se hicieron compras de medicamentos, en el marco del convenio
Integral de Cooperación entre Cuba y Venezuela, sin planificación, ni
justificación, ni supervisión.
En 2011 la CGR reiteró que
existían irregularidades con medicamentos, los cuales tenían entre uno y seis
años vencidos en dependencias como el Servicio Autónomo de Elaboraciones
Farmacéuticas (Cefar). Pese a las advertencias de la contraloría, se han
incinerado 350 mil kilos de fármacos, de acuerdo con las cuentas del
parlamentario de Proyecto Venezuela, Carlos Berrizbeitia.
Organizaciones como Acción
Solidaria, Transparencia Venezuela, Espacio Público y Provea, desde 2011 han
reclamado que se investigue esas irregularidades en la importación,
almacenamiento y distribución de las medicinas provenientes de Cuba.
En 2012 enviaron una comunicación al despacho de
Sader, en la que solicitaban información
sobre las medicinas vencidas, pero no obtuvieron respuesta. Introdujeron ante
el TSJ una acción de amparo contra la exministro, pero el tribunal la declaró
inadmisible.
Tampoco fue admitida la que fue
introducida por un grupo de enfermeros en huelga de hambre (en 2011) por el
incumplimiento de compromisos laborales, suscritos en una mesa de negociación
donde los trabajadores habían dialogado con representantes del despacho de la
ministra.
A las irregularidades en la
importación, almacenamiento y distribución
se le atribuye la escasez de fármacos para pacientes oncológicos y con
VIH.
Denuncias tras denuncias
Entre 2010 y 2011, Venezuela fue
el país latinoamericano con más episodios de desabastecimiento de medicamentos
antiretrovirales (37 en total), de acuerdo con el informe “Tratamiento bajo la
lupa”, elaborado por la Organización Panamericana de la Salud.
Siempre, en algún lugar del país,
ha faltado algún antirretroviral, han
denunciado ONG como Acción Solidaria y Acción ciudadana contra el sida (Acci).
Los activistas se quejaron de la gestión de Sader porque, además, las campañas
preventivas no fueron prioridad: desde
hace ocho años no se producen. Acci rescató las piezas televisivas y se las
entregó a la ministra Sader, para que fueran retrasmitidas masivamente. Pero
nunca ocurrió.
En 2012 se desató otra polémica:
bajo la gestión de Sader, vencieron los contratos de mantenimiento preventivo
sucritos por ella, para los equipos de radioterapia, comprados mediante un
convenio entre el gobierno venezolano y proveedores argentinos.
La no renovación llevó a que se
paralizaran 19 salas públicas de radioterapias en el país. Diputados de la
Comisión de Desarrollo Social de la Asamblea Nacional (AN) consideraron
entonces que el Parlamento debía determinar el grado de responsabilidad de la
ministra en la crisis.
De acuerdo con datos de la
Sociedad Venezolana de Radioterapia Oncológica, en ese momento, entre 10% y 15% de los pacientes fallecían a
la espera del tratamiento. “Son lamentables
las muertes por esa omisión”, reconoció el parlamentario chavista, Henry
Ventura.
Aún no se conocen con precisión
los casos puntuales por los cuales fue imputada Sader.
La diputada Dinorah Figuera, de
Primero Justicia, recuerda que han sido múltiples las denuncias que ella ha introducido. Solicitó una
investigación por el caso de la paralización de las salas de radioterapia, por
el suministro accidentado de tratamiento para los niños con leucemia del
hospital JM de los Ríos, así como por el mal manejo de la epidemia de Ah1n1 en
el país.
La Contraloría informó
recientemente que hay una investigación en curso, a partir de una denuncia
introducida por el director del Cendes y ex ministro de Salud, Carlos Walter;
el médico Luis Fuenmayor Toro; y el coordinador del observatorio venezolano de
la salud, Jorge Díaz, por supuestos pagos irregulares a empresas que no estaban
inscritas en el Registro Nacional de Contratistas y cambios en los proyectos
para la construcción de módulos del
programa Bbarrio Adentro IV.
Francisco Valencia, vocero
principal de Codevida -una coalición de instituciones promotoras y defensoras
del derecho a la salud- sostiene que las irregularidades en la gestión de Sader
llevaron a la fuerte crisis sanitaria
que atraviesa el país actualmente.
En la intimidad
A Eugenia Sader Castellanos no le dicen comunmente doctora (es pediatra)
sino “coronela”, por su carrera dentro de la Aviación.
Es la séptima de ocho hermanos
del matrimonio formado por Alicia Castellanos Crespo; y
Rubén Darío Sader Pérez, doctor
en Ciencias Políticas, exmilitante de Acción Democrática, quien además dirigió,
entre 1963 y 1969, la Coorporación Venezolana de Petróleo.
Cuando Sader estuvo al frente del despacho
sanitario, sufrió una leve parálisis facial. Pero eso no la alejó del cargo,
pues pudo recuperarse pronto.
Fue la novena ministra de Salud del fallecido
presidente Hugo Chávez. Maduro la
removió del cargo.
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