En el 2013 habrá un nuevo Consejo Legislativo producto de las elecciones del año venidero. Es posible que el 90 % de la población del estado ignore que tenemos un CLE (Clea o Cleanz) que se supone debe hacer leyes y cumplir la misión de controlar al poder ejecutivo. Pero aquí ese elefante blanco (o rojo) no hace otra cosa que acatar los úkases del zar del gobierno regional con los brazos alzados de todos los diputados “oposición” incluida, macerados también todos, por la prodigiosa maquinita de hacer billetes dispuesta en el Palacio de los Jardines.
Toda esta pajería para decirle, paciente lector, que no tenemos CLE sino un reducto de ventrílocuos secuestrados por el gobernador, aunque enamorados todos de su plagiario. Se trata de 13 personajes excelentemente remunerados por el bolsillo de los contribuyentes que con la muy puntual y hasta extraña excepción del Dr. Edgar Carrasco, hacen lo que el pez en el agua: nada. Pero se mantienen allí becados por cuatro u ocho años, salen jubilados aun con un periodo y nos cuestan un ojo de la cara sin que percibamos alguna contraprestación por tan onerosa carga. ¿Qué debemos hacer? Invitar a todo aquél amigo que tenga acceso a los medios de comunicación social, incluidos los celulares con sus redes sociales, para que realicen una campaña que denuncie la presencia de estos vagos en el parlamento local y se le exija a los partidos políticos la inclusión de gente valiosa, que la tienen y la hay, para la nueva fragua del 2013 al 2016. Hay postulables que han descollado en sus áreas de acción y se hacen necesarios para gestiones futuras.
Sólo a título enunciativo, se nos ocurren Ovidio González o Andrés Korchoff como médicos gremialistas. Juan Salerno o Glenn Sardi como ingenieros de batalla. Armando Orocopei o Ramón Royett como abogados prestigiosos. Angel Millán o Guillermo Álvarez Bajares como periodistas de coraje. Y así podríamos recorrer la gama profesional y tropezar con gente valiosa que haría un trabajo muy singular en el tan desprestigiado foro legislativo. Y como hay diputados de lista, el elector renuente acudiría entusiasta a votar por ellos y por mucha otra gente.
Tomado de la mesa de trabajo
del periodista
José Angel Borrego
