Se nos ocurre que la gente saludaría
con positivismo la designación de Miguel Pérez Abad como posible candidato a la
gobernación del estado Anzoátegui en representación del PSUV. Porque su perfil
de hombre de empresas podría darle un vuelco a la imagen que se tiene hasta
ahora de los políticos “profesionales”, es decir, que no saben hacer más nada
que politiquear y hacerle daño al país. Para ello es preciso que Pérez Abad exhiba
mayor amplitud. Sus ideas no deben centrarse en Chávez ni menos en el PSUV
porque en este estado, está perfectamente demostrado, que la gran mayoría de la
gente NO ES chavista. Aunque tampoco
es adeca, ni justiciera ni de ningún redil partidista o político. Anzoátegui es
el estado del país que cuenta con el mayor número de ciudades, perfectamente
definidas, con fenotipos bien claros cada uno. Y no precisamente para permitir
que le metan gato por liebre. El próximo gobernador tendrá que asumir sus
funciones con mucho horizonte porque de lo contrario podría salir en el primer
intento revocatorio.
Hasta ahora hemos tenido una oposición mojigata, con
líderes mojigatos y con resultados -desde luego- mojigatos. Tanto, que cuando
alguien asoma la idea de revocar a los diputados oficialistas si entraban un
presumible gobierno de Capriles, exteriorizan su mojigatería con artificios que
no tienen cabida en un país político inteligente. Los dos candidatos (Barreto
Sira y en apariencia Pérez Abad) o corren o se encaraman.
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