miércoles, 12 de septiembre de 2012

UTOPIAS DE BORREGO: PUERTO CABELLO Y ¿EL NUEVO DAVID?


Sin proponérselo, Henrique Capriles está liderando una jornada histórica para el país. Los hechos de Puerto Cabello ayer parecen surgidos de una novela pero fueron reales. Solo gracias al afecto que se siente por los Salas en su lar nativo, los pescadores porteños abrieron la brecha que jamás imaginó la confabulación chavista para impedir el paso a Capriles hasta esa ciudad, apelando los rojos al poder que les ofrece manejar un gobierno cada vez más desquiciado. Extraña tanta angustia en el sector oficialista cuando el Presidente repite cada vez que puede, tal vez para creérselo él mismo, que su ventaja sobre Capriles es inconjurable. Si así fuera, carecen del más mínimo sentido los hechos de La Pastora y de Puerto Cabello. La realidad parece ser distinta. Debe uno pensar, sin ánimos de triunfalismo, que los guarismos en la Sala Situacional no cuadran. Que hay una inmensa posibilidad de éxito en la propuesta opositora. Y que por primera vez en catorce años Chávez luce acorralado. Nos atreveríamos a decir que su preocupación no es tanto por la derrota electoral sino por lo que acarrea el conocimiento sobre lo que se hizo con tanto dinero. Su plana mayor tendrá que huir o vestirse de naranja. Solo en esta campaña el gasto que sufraga PDVSA es de tal magnitud, que al atribuirse a programas sociales, el disfraz duplica la inversión de la industria en refinerías. Por eso los fantasmas del mañana asustan.
¿EL “NUEVO” DAVID”?
Cuando De Lima llegó a este estado hacían vida política los mismos actores de la hoy. Poca gente departió con quien sorpresivamente sería gobernador, pero De Lima fue haciéndose un nombre que lo llevó a ser diputado regional con el MAS y uno de los jerarcas de esa organización hoy tan de capa caída. De Lima cuadró con Chávez quien olfateó el valor político de quien sería su gobernador en Anzoátegui, aunque vapuleado por el MVR (ahora PSUV) porque no era de factoría propia; y por la oposición porque tenía el apoyo de Chávez. En un momento que creyó oportuno David se le volteó a Chávez recibiendo el aplauso opositor. El resto es historia. Cabe preguntarse, ¿no conocían los jefes opositores de la astucia política de David o se pretendía aplastarlo? Si fuera un cero a la izquierda como en cierta ocasión dijera un connotado dirigente local, a qué preocuparse ante la argucia desestabilizadora de De Lima ignorada por Chávez hasta que se hizo pública. El presidente no es hombre de perdonar tan fácilmente.
 Pregúntesele a Arias Cárdenas cuánto tuvo que hincarse. Y a Yoel Acosta Chirinos, aún sin el placet requerido. Pero el “aporte” de De Lima, suficiente para Chávez, nunca fue apreciado por la oposición. ¿Aspiraban que David siguiera en el ghetto? Sin falsos pudores, cualquiera en similar situación y con la habilidad política de De Lima no lo habría pensado dos veces. ¿O sí?

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