"Cualquier parecido del caso del alcalde valenciano con las alcaldías de la zona norte de Anzoátegui es pura coincidencia, sólo que al parecer aquí nadie investiga a los hijos de los alcaldes que ahora son más ricos que Alcapone en sus mejores tiempos", dijo Leopoldo Simosa, al referirse a esta olla de corrupción descubierta en el centro del país.
UN con Noticias Candela.- El astuto y elusivo hijo del alcalde de Valencia, Edgardo Parra Oquendo,
armó un modus operandi para apropiarse, sin despertar sospechas, de los
bienes del ayuntamiento, pero su opulenta vida y los hechos políticos
horadaron su plan y terminó en fuga.
“El alcaldito” como lo nombraban en su entorno,
observó en las cooperativas una irresistible oportunidad para lucrarse,
según aseguran fuentes de la investigación. Evitó dejar cabos sueltos,
pues las autoridades comenzaban a ponerle la lupa a esas agrupaciones
fantasmas que proliferaron a raíz de la aprobación de la Ley Especial de
Asociaciones Cooperativas.
A escasos metros de la vivienda de sus padres, en Valles de Camoruco, arrendó una oficina. A través de contactos logró ubicar a unos cooperativistas de San Felipe (Yar), quienes tenían en regla sus registros y estaban inscritos en la Superintendencia Nacional de Cooperativas (Sunacoop). A los coordinadores generales de esas organizaciones les pagaba Bs. 2.500 mensuales, a cambio de los documentos constitutivos y su silencio. A Edgardo Manuel Parra Guardia, “el alcaldito”, comenzaron a lloverle contratos de todo tipo, que refrendaba su padre. Las cooperativas comenzaron a recibir contratos en marzo de 2009, tres meses después que el alcalde Parra fuese juramentado.
A escasos metros de la vivienda de sus padres, en Valles de Camoruco, arrendó una oficina. A través de contactos logró ubicar a unos cooperativistas de San Felipe (Yar), quienes tenían en regla sus registros y estaban inscritos en la Superintendencia Nacional de Cooperativas (Sunacoop). A los coordinadores generales de esas organizaciones les pagaba Bs. 2.500 mensuales, a cambio de los documentos constitutivos y su silencio. A Edgardo Manuel Parra Guardia, “el alcaldito”, comenzaron a lloverle contratos de todo tipo, que refrendaba su padre. Las cooperativas comenzaron a recibir contratos en marzo de 2009, tres meses después que el alcalde Parra fuese juramentado.
Evitaba aparecer en actos públicos junto a su progenitor. Sus vecinos lo
describen como presumido y algo paranoico. Tal vez por ello adquirió
una flota de camionetas blindadas, y policías municipales fungían de
choferes y escoltas.
Los investigadores sostienen que “el alcaldito” percibió que requería de empresas para respaldar contratos de mayor calado. Para ello se asoció con James Bell Smythe Romero, quien le puso a disposición sus dos compañías: Importadora Green Zone y Constructora Santa Eduvigis.
La modelo y exmiss Victoria López-Pando se encargaba de llevarles las cuentas. Para ello se comunicaba con el director de Hacienda de la Alcaldía, Alberto Terán, quien autorizaba los desembolsos.
Los investigadores sostienen que “el alcaldito” percibió que requería de empresas para respaldar contratos de mayor calado. Para ello se asoció con James Bell Smythe Romero, quien le puso a disposición sus dos compañías: Importadora Green Zone y Constructora Santa Eduvigis.
La modelo y exmiss Victoria López-Pando se encargaba de llevarles las cuentas. Para ello se comunicaba con el director de Hacienda de la Alcaldía, Alberto Terán, quien autorizaba los desembolsos.
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