miércoles, 9 de octubre de 2013

UTOPÍAS DE BORREGO: La útopía del Bolívar Fuerte



José Ángel Borrego.- Nos llegó a través de Eudes Vera la respuesta a Felipe Pérez Martí de Adán González Liendo. Pude no haber continuado la lectura cuando vi el título: “El bolívar divisa, el dólar moribundo y la especulación salvaje”. Pude haberme ahorrado el resto del tiempo pero como uno es terco imaginé a un alquimista financiero encontrando la fórmula mágica que nos traía de regreso al siglo XXI luego de habernos rescatado de las cavernas de Nicolás “Trucutú” Maduro y su “manejo” de la Economía de Estado galopando en dinosaurio. Aparte de una imaginación febrilizada por la paranoia antigringa y de un optimismo más salvaje que la especulación nada aprendimos.
Podría decir que nos gustaría que Maduro escuchara a González Liendo pero es falso. No podríamos pedir un foso más profundo para enterrar lo poco que queda de economía en el país que es lo que promueve González Liendo. Siempre hemos sabido que el primero que se arriesga corre doble peligro y que quien lo secunda, o triunfa también o se descabeza igual o peor. (Ecuador probó y respira mejor). Pero no conocemos en la historia de la humanidad ningún ejemplo que haya tenido éxito emulando el fracaso. Allí tenemos el esterero de la Europa del Este que hubo de arrodillarse ante los patrones occidentales. Cuba, Irán, Corea del Norte y alguno más, exprimiendo la sangre de sus pueblos para medio comer, camino que ya estamos conociendo en la Venezuela que realmente, en épocas de democracia económica, tuvo un signo monetario sólido que pudo haberse mantenido de no ser por tanto obtuso interfiriendo en la gestión monetaria del país. Lo único ciertamente previsible es la debacle económica y financiera que enfrentamos…y la que nos espera.

Una de las ventajas del actual régimen es que pocos jóvenes recuerdan que A.Ch. teníamos un bolívar fuerte. Cuando Chávez llega a Miraflores el dólar nos costaba Bs 600 de los viejos, o Bs 0,60 de los nuevos. Es decir, con menos de un bolívar de los de ahora comprábamos un dólar. Íbamos al banco y lo adquiríamos. Bastaba llevar los bolívares y la autorización de Recadi. Si no había al cambio oficial quedaba la adquisición en el mercado paralelo a un precio poco más elevado que generaba corruptelas. Por eso el señor Chávez prometió al país que no restringiría la compra de divisas aunque aceptamos que estuvo obligado a hacerlo, aunque pudo usar parámetros más inteligentes y menos trogloditas que los que le dictó Giordani, el “monje loco” de la Economía de Estado. Hoy, volver a tendencias que apenas son historia que una vez vivimos no es factible. Hace más de dos años le dije a un colega que ya este país no tenía retroceso y ha sido así. Cada día estamos peor que ayer y mejor que mañana. Solo fantasiosos enajenados imaginan que las avionetas ponen huevos. Y aunque escucho casi a diario disertaciones sobre alguna voltereta económica de gente que SÍ sabe del asunto, cada vez soy más escéptico y dudo de que al menos yo pueda ver que aun la mejor vía que tomemos nos conduzca a un mejor destino. Y créalo, no es pesimismo. Es objetividad pura. Nos quedan casi seis años por delante que deberemos soportar estoicamente hasta que el cuerpo aguante o morir en el intento. Muchos, sin opción distinta, fallecerán. Bien de hambre o porque no pueden recibir terapias. Mientras tanto hay los que con acceso al Banco Central se llevaron con empresas de maletín 20 mil millones de dólares tan solo en el 2012. ¿Así se puede enderezar la economía? (¡No me venga en burro que es mala bestia..!)

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