Cientos de profesionales cubanos que desertaron de la “Misión Barrio
Adentro” se encuentran atrapados en un limbo legal en Venezuela, luego
de que las autoridades de Estados Unidos les negaran la posibilidad de
emigrar.
El Nuevo Herald.- Los afectados, muchos de ellos médicos, residen ilegalmente en Venezuela sin poder trabajar o viajar, y viven bajo constante temor de ser detectados por funcionarios del régimen de Nicolás Maduro, lo que llevaría a su arresto e inmediato traslado a Cuba.
“Estoy desesperado. No tengo trabajo; no tengo dónde vivir; no tengo
quién me ayude”, dijo desde Caracas Lázaro Gabella, un enfermero cubano
que desertó de Barrio Adentro en el 2007, y quien desde entonces se
encuentra atrapado en Venezuela.
“Yo ya no quiero seguir viviendo aquí. Tengo que estar por allí, de
un lado a otro, y estar pendiente de que la policía no me pare”, afirmó
Gabella, quien no puede trabajar legalmente en Venezuela y sólo ha
podido limpiar casas ocasionalmente para obtener dinero con qué comer.
Al igual que Gabella, son cientos los desertores cubanos cuyo sueño
de emigrar hacia Estados Unidos ha sido denegado por el Departamento de
Estado, tras fracasar en su intento de convencer a las autoridades de
que formaban parte del programa de asistencia médica conocido en
Venezuela como “Misión Barrio Adentro”.
Cerca de 8,000 profesionales pertenecientes a la Misión han desertado
a lo largo de los últimos años, muchos de ellos tramitando la visa
estadounidense bajo el programa conocido como Parole para Profesionales
Médicos Cubanos (CMPP, por sus siglas en inglés).
No obstante, las autoridades estadounidenses niegan entre el 10 y el
15 por ciento de las solicitudes obtenidas, según cálculos de
Solidaridad Sin Fronteras, una organización no gubernamental dedicada a
ayudar al personal cubano enviado por el régimen de los hermanos Castro a
otros países.
“Cuando son denegados, las razones que brinda el Departamento de
Estado es que no presentaron suficientes pruebas de que son cubanos y de
que se encontraban en Venezuela sirviendo en estas misiones, en calidad
de trabajo oficial, enviados por el gobierno cubano”, explicó Julio
César Alfonso, presidente de Solidaridad Sin Fronteras.
Pero en muchos casos, la negativa responde a que el solicitante cubano presentó el pasaporte equivocado.
Según Alfonso, las autoridades estadounidenses normalmente esperan
que el solicitante cubano presente el “pasaporte rojo”, el cual es
otorgado por el régimen castrista a quienes salen del país por razones
oficiales.
Ese es el entregado al personal enviado a Venezuela bajo el Acuerdo
Integral de Cooperación firmado a inicios de la década pasada por Hugo
Chávez y el régimen de La Habana, a través del cual la isla se
comprometió a brindar personal y asistencia técnica en diversas áreas,
incluyendo la salud, deportes, agricultura y educación, a cambio de
envíos regulares de petróleo y derivados.
Pero el personal normalmente es obligado a entregar el documento a
los jefes de las misiones tan pronto llegan a Venezuela, quedándose sin
identificación cubana.
Muchas de estas personas posteriormente han solicitado nueva
documentación en la embajada cubana en Venezuela, y han recibido el
“pasaporte azul”, otorgado a cubanos que salen de la isla por razones no
oficiales.
Lo que ha estado ocurriendo, explica Alfonso, es que los desertores
han estado utilizando el pasaporte azul en vez del rojo para solicitar
los beneficios del parole, y las autoridades estadounidenses se
encuentran ante un documento que muestra que el solicitante es cubano,
pero no que se encontraba en Venezuela por razones oficiales.
“Lo que nosotros aconsejamos es que si tienen que entregar el
pasaporte [rojo], que de alguna forma se las arreglen para sacarle
fotocopia. Pero si no pueden hacer esto, entonces es incluso mejor ir
sin pasaporte, y explicarles a las autoridades americanas que se lo
quitaron, porque ellos saben que eso sucede. Eso es mejor que ir con el
pasaporte azul”, comentó.
A Gabella le negaron la solicitud tres veces, con el último
pronunciamiento del Departamento de Estado indicando que era la negativa
final.
En su desesperación, Gabella emprendió la tarea de contactar a las
autoridades estadounidenses directamente, en una ocasión reuniendo con
dificultad suficiente dinero para llamar por teléfono a la oficina de la
congresista Ileana Ros-Lehtinen.
“Quería explicarle que yo no estoy pidiendo que nadie me regale nada.
Que yo tengo fuerza para trabajar y salir adelante”, relató.
Gabella no logró hablar con la congresista, pero dijo que seguirá intentándolo.
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