domingo, 25 de mayo de 2014

Consumidores arriesgan sus empleos y vidas para hacer colas en abastos

Adquirir una lata de leche o un kilo de carne o pollo se ha convertido en una odisea para quienes se ven en la necesidad de pasar horas en las afueras de algún centro de expendio
El Tigre.- Su jornada laboral comienza  a las 8:00 de la mañana, pero dos horas antes Ingrid Rivero ya está en la cola del supermercado Bicentenario, ubicado a pocos metros de la  oficina donde trabaja.
La mujer, encargada de la limpieza en una empresa localizada en un centro empresarial de El Tigre y donde laboran nueve personas, se ve obligada a dejar de cumplir con sus funciones al menos dos días a  la semana, a fin de poder adquirir leche, pollo, carne u otros productos que estén vendiendo en el establecimiento.

Los llamados de atención de su jefa le han obligado a dejar a su hija de apenas 15 años cuidándole el puesto  en  la cola, mientras ella limpia de prisa para regresar antes de que le toque el turno de entrar al recinto comercial.
“Es que si no hago así, no compro. Ahorita no se consigue nada y yo tengo dos niñas a quienes alimentar y no tengo más ayuda. Pero a la vez, me da miedo perder el trabajo, debido a  las constantes  faltas”.

En aras de  compensar las ausencias, Rivero dice que  si sale temprano de las colas, va a trabajar en la tarde. También ha optado por laborar turnos completos, pese a que sólo recibe pago por mediodía.
En la misma situación está  la secretaria Del Valle Rodríguez, quien labora en una compañía de repuestos.   
Su horario  es de 8:00 de la mañana a 12:00 del día  y de 1:00 de la tarde  a 5:00 pm, pero admite que desde hace tiempo comenzó a incumplirlo, sobre todo cuando notó que en su nevera faltaban alimentos.   
La escasez de carne, pollo, azúcar, mantequilla, leche, arroz y  café, entre otros productos, la lleva  a “escaparse” de la tienda a mitad de mañana. Enseguida corre  a cualquier comercio asiático o supermercado para adquirir los productos más buscados.   
“Comencé a ausentarme. A veces no salía en la mañana,  pero al mediodía me avisaban que estaban vendiendo leche en Unicasa y salía volando. Allí pasaba hasta tres horas en colas y  cuando regresaba a la oficina era tiempo de salir”.  
Rodríguez hizo lo mismo varias veces, en vista de que  ningún supervisor  le llamaba la atención. Pero eso cambió hace dos semanas, cuando  le dieron un ultimátum.

Le aclararon que no podrá salir a menos que sea una emergencia, pues  de lo contrario, será un justificativo de despido.
Desesperadas
La dificultad para conseguir los alimentos de primera necesidad no sólo afecta a las mujeres con empleo, ya que las amas de casas también  dejan  sus oficios del hogar para  aguantar sol y lluvia en una cola.   
La empanadera Maritza López es una de las tantas tigrenses que ha ido de madrugada al  supermercado, para hacer la fila y comprar. Ella igualmente se va acompañada de sus hijos.   
“No me queda otra opción que hacer la cola y esperar, porque es la única forma que puedo conseguir la harina para hacer las empanadas. De eso vivo y comen mis hijos”.   
Estas historias son parte del quehacer diario de cientos de personas que han cambiado su estilo de vida y que, incluso, han hecho de esto un hobby.   
Trifulcas   

Pero la posibilidad  de perder un puesto de empleo o abandonar los oficios de la casa no son las únicas consecuencias a las que se enfrentan las personas afectadas por la escasez.

Incomodidad, golpes, empujones, gritos, insultos, hambre, sed, son otras  de las situaciones que padecen   quienes hacen cola por  alimentos, así como productos como cemento, cerámicas,  aseo personal y hasta baterías de carros.

Incluso, muchas veces los  despelotes  han ocasionado  que las personas se agredan físicamente.    

El 23/4/13, una mujer provocó una riña e hirió a tres personas en medio de un forcejeo para conseguir dos pollos y un pote de leche, en el Mercal ubicado en la calle Ezequiel Zamora del sector Los Chaguaramos, en  El Tigre.

En ese entonces, las autoridades detuvieron a  Yusalis Yasmín Serrano Palmar (32 años), quien sacó una navaja y causó heridas cortantes en la cabeza a Mayra Ágreda (35), a su concubino José David Castillo (28), lesionado en el antebrazo izquierdo, y a su hija Franmary Parra Ágreda (18), quien sufrió traumatismos.    

El 16/9/13, un hombre resultó herido durante una trifulca que se generó en  el Unicasa, donde ese día venderían  pollo a precio regulado.   

El 19/3/14, Javier Maurera, de 22 años, recibió un disparo en la pierna derecha cuando hacía  cola para comprar cemento en Materiales Pisón. Varios hombres en moto   llegaron al negocio y trataron de meterse en la fila. El muchacho reclamó y fue baleado.   
Acciones

Sobre el tema de la inseguridad en los centros de expendio, el comisario José María Gámez, jefe de Polisosir, dijo que implementaría medidas para prohibir que las personas se aglomeren  en los supermercados desde la noche anterior. Tampoco podrían pernoctar en hamacas y colchones.

Quedaría prohibido colocar sellos a las personas y vender cupos, aunque esta situación se sigue repitiendo a diario en todos los comercios y tiendas.

Mientras, las trabajadoras y amas de casas siguen sacrificando sus oficios para poder conseguir el alimento o cualquier producto que necesiten.

No importa la hora ni el lugar,  la necesidad para muchos es prioridad.

Dicen que lo peor es que  algunos de los que hacen cola son comerciantes informales que pagan cupos para sacar varios artículos  y después  revenderlos con sobreprecio.

Ingrid Rivero afirma que  si tiene en algún momento  que volver a hacer fila lo hará, porque no tiene otra opción para adquirir los alimentos.

“Aunque sea en las tardes o los fines de semana que estoy libre, porque por lo que veo esta situación no va a cambiar”.

Comencé a ausentarme. A veces no salía en la mañana, pero al medio día me avisaban que estaban vendiendo leche en Unicasa y salía corriendo. Allí pasaba tres horas en colas”
Del Valle Rodríguez
Secretaria


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