José Ángel Borrego.- Aproximadamente hasta 1997 Puerto La Cruz era la ciudad más
apetecida del país por el turismo interno. Y al mismo tiempo recibía dos chartes semanales con visitantes extranjeros,
que aunque de muy bajo estrato económico, algo aportaban a la economía del
municipio. En los últimos 17 años nuestra atracción como ícono turístico ha
venido declinando al extremo de ser hoy una payasada dentro de este escenario.
Pero los alcaldes, en especial los dos últimos, han gastado fortunas para
tratar de convencernos a nosotros mismos que somos un municipio turístico. ¿Qué
sentido tiene publicitar en Puerto La
Cruz que somos turísticos? Ninguno. Esa publicidad tiene que
hacerse en las ciudades que pretendemos atraer, pero los genios que gobiernan
el municipio ignoran los planteamientos elementales de la comunicación
persuasiva. Y por otro lado, nos han convertido en la ciudad más inhóspita
desde cualquier ángulo. No hay una gramita en ninguna parte. La Fiesta del Asfalto se
convirtió en el Bonche de los Huecos.
Hoy como nunca nuestras vías están deterioradas. Los semáforos, recién
repuestos, funcionan peor que ayer. Han convertido a la ciudad en un caos.
Sobre el elevado ya se habló bastante. Las calles continúan repletas de
buhoneros. Los motorizados agreden a la ciudad y al ciudadano. Cada quien
coloca un “no estacione” en donde le viene en gana. Y aun así, el actual
alcalde aspira reelegirse. No escucha crecerla yerba.
CONTINÚA...
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