Si se produce el milagro (como él mismo lo suplicó) que también haya sanación espiritual para que se torne en un jefe de Gobierno pacífico, amigable, incluyente y democrático en el máximo sentido de esta acepción.
Para el país
sería el mejor regalo que tuviéramos una campaña electoral en paz. Aunque se
desarrollen las estrategias con alguna confrontación, que sean aceptables,
honorables, sin agresiones ni ofensas irreconciliables. Sabemos que toda
campaña electoral exalta los ánimos pero no necesariamente deben ser los
espíritus demoníacos como los que asomaron Castro Soteldo y Tarek El Aissami.
Que haya sensatez antes que intolerancia. Que no olvidemos que todos somos
venezolanos y no solo aquellos que se escudan tras el ropaje púrpura. Que ese
eslogan de que “Venezuela es de todos” pase del mero discurso y se haga una
realidad inexpugnable. Todo ello, más que la cura del mal físico, hace falta en
el jefe del Estado. En el Hugo Chávez ser humano. Y aunque lo duden sus
adláteres, solo cuando Dios observa que existe la contrición del alma actúa
sobre la remisión de los males corporales. No es al contrario. No es que
“cúrame primero que yo te prometo”. Antes
hay que comprobar los propósitos del feligrés renovado espiritualmente. “Obras
son amores…”. No se habla de que “palabras son argumentos válidos”.
“Obras son amores…” |
El País
Venezolano, el que conformamos también quienes no participamos en la diatriba
política, ni en los “negocios” de Estado y menos en la siembra de amistades
como la de Aponte Aponte, aspiramos que exista una reconvención de la pauta que
ha signado estos 14 años. Aún hay tiempo. Todavía el Presidente tiene por lo
menos 4 meses por delante para dar (ahora) un golpe de timón antes de que la Historia le ofrende
alguna lección que no podrá olvidar jamás. El país quiere que Chávez concurra a
las elecciones con la salud en buen estado, aceptando la posibilidad de ser
derrotado en buena lid.