Para la mayoría de los lectores pronunciar Glen Chaguán no traduce nada. Nombre gringo y apellido indígena (así somos). A este señor se le conoce como “la mano derecha” del alcalde Stalin Fuentes. Aceptamos civilizadamente que “todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario” y se nos ocurre que sobre este personaje ha hablado en exceso una también excesiva cantidad de personas, la mayoría de ellas vinculadas al PSUV, para asociar a Chaguán (ellos, los rojo-rojitos) con una infinita ristra de actividades divorciadas de la ética gubernamental en épocas de revolución.
¿Río suena porque piedras trae? Podría ser posible que Chaguán demuestre su no culpabilidad en todos los asuntos que se le enrostran, lo cual nos agradaría porque esta alcaldía viaja en pico de zamuro hasta el foso más profundo del rechazo popular, entre otros factores porque el alcalde se ha mostrado sordo y ciego ante aspectos que son de anteojito. El alcalde no atiende a quienes podrían aportarle alguna fuente de imaginación que supere sus deficiencias presupuestarias y la gente se pregunta las razones para ello. El colectivo, en particular con sabor a pueblo tiene la perspicacia a flor de piel y una efervescente capciosidad. De allí la pobre cotización de las acciones de Stalin Fuentes en la bolsa de valores políticos. Es posible que de ser cierta su intención de intervenir la jefatura civil calme un poco a los leones del circo. Pero el pandemonio no termina allí. Conjuntamente con las acciones que habrá que esperar del Ministerio Público si resultaren comprobables las denuncias, el alcalde deberá asumir una actitud de auto-reconvención.
El Dr. Fuentes tendrá en sus manos una “papa caliente” que no podrá enfriar con discursos floridos. El jefe del Poder Municipal de Sotillo tiene la necesidad de poner orden en la casa. Barrer sin esconder la basura debajo de la alfombra sino desinfectarlo todo para un reinicio de gestión. Le queda más de un año para enderezar sus entuertos (porque son suyos) pero debe usar hisopos con mucha urgencia.