Había decidido no injerirme en el
debate. Como dice Morel. “Mis amigos no tienen
defectos…”, pero desayunamos hoy con la excelente pluma del fraterno Henry
Cabello y dado que no es usual en Henry el lenguaje agresivo, colijo que en
veces agobia la inconstancia ajena ante el baremo propio. Conozco a David desde
más de 20 años. Siempre supe que como político es brillante aunque no haya
logrado enhebrar ese intelecto con la practicidad de su gobierno. Pero si de
algo siempre estuve convencido es que David no hibernaría eternamente. No tiene
vocación de Walt Disney y pese a su inmensa humanidad es hiperkinético por
naturaleza. Especialmente en sus circuitos cerebrales. Y además debo aceptarle
otro mérito. No sabe hacer enemigos. Quienes lo adversan jamás han recibido una
ofensa suya. Y eso es poco común en el mundillo político. ¿Qué algún prurito mórbido
lo asaltó? Sin duda. Personalmente prefiero esperar porque cuando nadie lo imaginaba
se apareció en Barcelona con el banderín candidatural de Anzoátegui cedido por
el propio Presidente. Y aunque en un arranque emotivo fue capaz de decirle en
su cara al jefe del Estado hasta del mal que padece hoy, antes de ser
gobernador le fue muy útil al Presidente cuando el MVR era un parvulario de
gente anónima y poco ejercitada en lides políticas e intelectuales. De manera
que más bien intentaré una conversación con David De Lima para saber qué bicho
lo picó.