En el archivo histórico de la nación
existe una carta que Simón Bolívar, de puño y letra, le dirige a un amigo suyo
obsequiándole un retrato que le hiciera un pintor ecuatoriano en Quito en cuya
misiva Bolívar reconoce que el retrato es una imagen exacta de su vivo rostro.
De igual forma en la colección Boulton hay muchos retratos que varios pintores
le hicieran al Libertador en diversas etapas de su vida, desde niño hasta casi en
su lecho de muerte, que siempre han ofrecido al mundo la verdadera imagen del
rostro del Padre de la Patria. Sin
embargo, además de haber exhumado los restos del héroe para comprobar que no
había sido envenenado, Chávez contrató a unos sujetos que por varios millones
de libras esterlinas hicieron un “retrato hablado” de Bolívar que difiere en
mucho del verdadero rostro del libertador. Pero el Presidente, a título de tal,
con absoluta seguridad decretará oficialmente (hasta mejor fecha) que en lo
sucesivo sea esta la cara de Bolívar que habrá de imprimirse en los billetes,
papeles, documentos oficiales y en cuanto pereto determine el inefable paciente
de la oncología cubana. Ojalá y no se le ocurra botar los retratos históricos
que conforman el acervo venezolano.