Nicolás Maduro matrimonió con una
abogada penalista de gónadas revolucionarias, Cilia Flores, que frecuentemente
marca el paso del presidente de Venezuela en asuntos de Estado y ha prometido
defender el credo bolivariano con amor, conciencia y, si hiciera falta, “con
sus ovarios”. En un subcontinente históricamente caudillista, abundante en
hombres provinciales que malograron países y libertades en nombre de la
libertad y el progreso, el activismo e influencia de esta mujer, de 61 años, se
consolidan al año de la investidura de su marido. Que nadie se llame a engaño,
advirtió recientemente al referirse a las protestas callejeras de estas
semanas, “Venezuela no es Ucrania”, publica El País de España.