Expediente Público.- José Ángel Borrego.- Tengo una tía que lleva varios años
contaminada con un cáncer muy similar al que aqueja al Presidente Chávez. Su
vida se ha prolongado gracias a una fruta prodigiosa (el noni) que hasta la FDA ha bendecido por sus
propiedades para combatir diversos tipos de patologías. En principio ella vivía
un estado casi normal que cada día fue menguando hasta que no pudo caminar por
sí sola y debió postrarse, primero en una silla de ruedas de la que podía ser
movilizada con alguna facilidad y luego, in crescendo, solo en una cama donde
pasa casi las 24 horas del día. Sus facultades mentales fueron decreciendo,
antes pausadamente pero luego con mucha prisa. Hasta hace tres meses reconocía
a sus más cercanos familiares y hoy ya no sabe quién es la persona que se
sienta a su lado casi todo el tiempo a cuidarla con todo su amor, pese a que es
su hermana gemela. Tampoco sabe quién es ella e imaginamos que consume
alimentos por algún código que aun la obliga a sobrevivir, pero desde luego lo
recibe auxiliada absolutamente. Algunas veces exterioriza tristeza, otras,
susurra melodías pero generalmente enmudece. El cáncer hizo metástasis en sus
capacidades para dirimir el más mínimo ejercicio mental. Resultaría insólito
pensar que ella pudiera estar facultada para realizar cualquier gestión que
exija pensar, analizar y tomar decisiones. Nosotros lo sabemos y aceptamos ese
destino porque la ciencia no cuenta con fármacos para sanarla. Hoy cumple 92
años, pero su hermana “morocha” (obvio que de igual edad) mantiene sus
facultades mentales casi perfectas. Al menos mejores que las nuestras. Todo un
drama, pero toda una realidad.
