UTOPÍAS DE BORREGO: Laberinto

José Ángel Borrego.- Que no quede duda. Los provincianos servimos solo para espectadores, y de  tercera. Los tipos en Caracas se dan su bomba, y aunque actúan con excesiva ignorancia, miran a los demás por encima del hombro, porque son la pléyade selecta de Caracas. Hemos hablado mucho sobre el tema del Diálogo que ya uno podría pensar que no hay nada que agregar.

Pero al día siguiente nos percatamos de que ahora es donde hay tela que cortar, porque tanto gobierno como oposición (al menos los cabeza-hueca visibles) no pasan de ser analfabetas del trajín político. Juegan a la terquedad como si el país les perteneciera. Hinchan pechos adormecidos por el opio del poder transitorio que ejercen. Y mientras tanto que el país se vaya al demonio. Mañana, eso dicen, se reanuda el Diálogo.

Desde la telenovela que se transmitió por cadena nacional no ha sucedido nada. Los representantes del gobierno actúan como muchacho malcriado y los de oposición no aprovechan las ventajas. Una incapacidad absoluta predomina entre los personajes que nos representan como país.

No entienden (ni lo harán jamás) que Venezuela no es Cuba, ni Estados Unidos y menos Rusia. Somos venezolanos y como tales creemos que la excesiva centralización de todo cuanto se mueve es perjudicial para la nación. Ese Diálogo, lo dijimos hace como dos meses, ha debido regionalizarse.

Que cada gobernador intentara encontrar vías de solución. Y luego, una vez transitado ese camino, esos mandatarios regionales, junto a UN representante de la MUD, irían a Caracas a conversar con el presidente.

No con Diosdado ni con Jorge. Con Maduro que es la palabra decisoria. La gente de la provincia llevaría respuestas obtenidas directamente desde los epicentros de la sismología política. Aun viniendo el propio Francisco (el Papa) si no se escucha a la provincia jamás se alcanzará la solución por vía pacífica.