Sin exculpar ni condenar a nadie a
priori, porque esa no es su potestad, el Presidente pudo haber cubierto las
formas y solicitar a SU Ministerio
Público que se abriera una investigación sobre los hechos de Barinitas. Pero
hacerse alegre eco de la irresponsable declaración de SU servil y adulante ministro El Aissami en el sentido de que las
dos lamentables muertes fueron producto de un enfrentamiento entre dos bandas
armadas traduce la orden para que SU
policía acate esa directriz y SUS
jueces en el caso actúen como lo hicieron contra los policías de Puente Llaguno
o como sucede con la juez Affiuni. Es decir, ya los muertos están enterrados y
condenados mientras los asesinos, igual que el concejal de Caracas serán
declarados “héroes de la revolución”. Ah..! y no dude de que el director del
Ministerio del Ambiente que perdió su credencial en la huída del escenario del
delito aparezca rasguñado y golpeado para justificar que dicho identificativo
le fue arrancado del pecho por sus “agresores”. Menos mal que apenas queda esta
semana para finalizar la campaña electoral que semeja más bien una guerra de
guerrillas con la asimetría de un bando armado hasta los dientes contra un
pueblo esperanzado hasta el alma. Algún día, esperamos que cercano, el
Presidente se arrepentirá de su complicidad en tantos crímenes.