Según la inefable presidenta del Tribunal Supremo de Justicia (con un discurso adicional para justificar su exultante jalabolismo) invadir no es un delito y quien haya sido condenado por un Tribunal de la República por apropiarse de una propiedad ajena por vía de invasión, debe ser absuelto de la pena y puesto en libertad. Nada de apelaciones. Nada de derecho a la defensa. Nada del debido proceso que amerita cada caso. Nada de nada. Sólo la palabra de Luisa Estela Morales, a quien no deseo morirme si ver invadida en su casa por quienes se sientan protegidos por esta medida. Ella, más pronto que tarde, dejará de ser una pieza necesaria para el régimen y pasará a ser una ciudadana más, con una muy alta jubilación y quién sabe si privilegios que la protejan de invasores. Pero aun así puede ser invadida en su morada principal o en las casas de verano que con seguridad poseerá en Margarita o en alguna otra región playera o montañosa.
Aunque sea en el garaje de su residencia me gustaría colgar una hamaca y fijar allí un cartelito con mi nombre para que se sepa que vivo allí por mandato de su alto tribunal. Con periodistas y fotógrafos de guardia para que el país sepa que la salsa que es buena para el pavo, no es igual para la pava Luis Estela cuando ordene mi desalojo y prisión.
El resto del país es sujeto de invasión, pero no Luisa Estela. En ese momento ella recordará cuán torpe fue la decisión tomada por la más alta instancia del más alto tribunal terrenal en la República Bolivariana de Venezuela. Sin considerar que quien se atreva a comprar un terreno de hoy en adelante está más loco que una cabra. Lo que incide directamente en la construcción y minimiza las probabilidades de recuperación del país. Claro está que con un régimen renovado esa y muchas otras burradas por el estilo habrá que rectificarlas, no por retaliación, sino para enmendar planas de analfabetismo jurídico y enderezar el rumbo. No creo que en el chavismo exista alguien que desee que el país se hunda en el estercolero que pueden crear decisiones como la de la doña del TSJ. Al contrario, es en el PSUV donde debe radicar la mayoría del país emprendedor y futurista. ¿O no..?
¿Qué vaina es esta? |
Tomado de la mesa de redacción del periodista José ángel Borrego.