AlertaConfidencial.- Capriles recorrió el país en una campaña casa por casa; Chávez realizó
27 cadenas de televisión obligatorias, pero evitó un debate con su
opositor.
Caracas.- La suerte está echada. Con sendos actos de masas en Caracas
y Barquisimeto, capital del estado Lara en el centrooccidente del país,
Hugo Chávez y Henrique Capriles Radonski dieron por terminada este 4 de
octubre una campaña que se extendió por 97 días. Ahora los peleadores
vuelven a sus esquinas para esperar el veredicto del único árbitro de
esta contienda: el pueblo de Venezuela.
Son dos candidatos con estilos muy distintos. Mientras Capriles
Radonski aprovechó estos tres meses para recorrer más de 300 pueblos,
Chávez limitó sus visitas a los principales centros urbanos de la
República Bolivariana. "Yo he recorrido mil pueblos toda mi vida, amando
a la patria y luchando por ella", se justificó el Presidente, buscando
atenuar el impacto de las comparaciones.
El abanderado de la Unidad Democrática apostó por el contacto directo
con la gente. Pateó calles, apretó manos, repartió besos a granel y
escuchó los problemas de las comunidades de boca de sus vecinos. En
cambio, el aspirante a la reelección prefirió encabezar caravanas abordo
de una carroza, rodeado por sus ministros. "Yo quiero caminar, pero no
me dejan. Yo pongo un pie en tierra y se me lanzan encima", se excusó el
líder de la revolución, nuevamente sacudiéndose la sombra de su
adversario.
Capriles Radonski arrancó esta etapa con un plan denominado "casa por
casa", tocando a las puertas de los votantes. Chávez no necesitó eso.
Tiene otra manera de entrar en la intimidad de las familias. Desde el 1
de julio hasta el 25 de septiembre, el jefe de Estado realizó 27 cadenas
obligatorias de radio y televisión que sumaron cerca de 43 horas y 17
minutos. Sin embargo, rechazó la propuesta de su rival, que le pidió
"una horita de cadena" para desarrollar un debate.
Las prioridades en el discurso son diferentes. El opositor se ocupó
de los males que azotan a la nación, comprometiéndose a combatir la
violencia, el alto costo de la vida y el desempleo. Por su parte, el
gobernante del país con la quinta peor tasa de homicidios en el mundo
(50 por cada 100 mil habitantes) y la mayor inflación del Continente
suele disertar sobre la urgencia de "contribuir con la preservación de
la vida en el planeta y la salvación de la especie humana".
Yo no fui
Campaña que se respete tiene un buen jingle. La del fundador
del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) tuvo varios
destacados. Uno de ellos se tituló "Chávez, corazón del pueblo", que
mezcla rock, reggae y merengue.
Antes de cada mitin, el comandante brincaba al ritmo de la música,
simulaba tocar una guitarra eléctrica o repicaba unos tambores. Empero,
más que cualquier otra canción, en estos días Chávez siempre entonó el
mea culpa.
"Uno de los que más se queja aquí de este Gobierno soy yo mismo",
confesó en la ciudad de Barcelona, en el estado de Anzoátegui. "Yo sé
que aquí en el estado Bolívar todavía hay graves problemas, graves
fallas en la energía eléctrica y, bueno, en casi toda Venezuela",
reconoció en el sur del país. "A nombre de mi Gobierno yo ofrezco mis
excusas, pero me comprometo a que más pronto que tarde terminaremos la
línea 2 del Metro de Valencia", exclamó en una concentración en el
estado Carabobo.
En una reciente entrevista, al dignatario le pidieron identificar dos
fallas de su gestión de 14 años y se atrevió con cuatro: "ineficiencia,
falta de experiencia, burocratismo y falta de seguimiento a los
proyectos".
Golpes de pecho aparte, Chávez sigue apelando a la paciencia de sus
simpatizantes, llamándolos a levantar la mirada sobre los problemas. En
el estado Monagas, explicó a la muchedumbre que lo escuchaba: "lo que
está en juego el 7 de octubre no es que si está asfaltada o no la calle,
si me dieron la casa, si estoy bravo con los dirigentes (...) si se fue
la luz o no se fue, que si llegó el agua o no llegó, que yo no tengo
empleo todavía. Nos estamos jugando la vida de la patria". Es decir, su
continuidad en Miraflores por seis años más.
El enigma