Intrigados y molestos se sintieron los familiares
de Isabel Figueroa de Herrera, cuyos restos y los de su esposo reposan en ala
norte del cementerio de Barcelona, capital del estado Anzoátegui, al notar que
la lápida del sepulcro había sido violentada.
La Patilla.Com.- “Nos fijamos al llegar una mañana, que es
cuando solemos venir a limpiar”, dijo una de las hijas, quien solicitó no ser
identificada en tono agrio al recordar lo sucedido. “Ordenamos a un albañil
reparar la lápida, porque por acá hay tumbas abiertas y se escucha que roban
huesos y esas cosas”.
Y es que en el camposanto que abarca más de cinco
hectáreas en el municipio Simón Bolívar, están disparadas las alarmas y la
sustracción de huesos es una actividad clandestina. Basta con un simple
recorrido para observar ataúdes vulnerados, fosas ahuecadas y lápidas
levantadas.
En los alrededores -sobre todo en las zonas más
apartadas- se contemplan bolsas negras con gallos, gallinas u otros animales
tasajeados, descompuestos, cabellos, muñecos de tela como los usados en prácticas
vudú. La escena se mezcla con olores pestilentes tan fuertes que pueden hacer
más que revolver el estómago.
Tal panorama lo conocen las autoridades locales,
y quienes supervisan el funcionamiento de este lugar al que acuden los deudos
de seres queridos a cambiar flores, rezar, asear y enterrar sus muertos.
Los proveedores de huesos conocen mejor
el cementerio y sus laberintos
Ocultos permanecen los proveedores, aunque el
dedo acusador de usuarios, usuarias y de la administración del cementerio apunta
a los seguidores de la santería y los paleros como clientes y demandantes de
este material.
La acusación directa e indirecta la formulan por
ser estas personas oficiantes se una religión, cuyos ritos y ceremonias
requieren de osamentas.
Nadie cuenta en público cómo ocurre esta
situación. La sola mención del tema espanta a sepultureros y trabajadores de
mantenimiento que llevan años en esta instalación capitalina.
Este asunto es un tabú en Barcelona y Puerto La
Cruz, aunque en ambas jurisdicciones el precio del “encargo” varía según las
necesidades del comprador y del vendedor. Lo más solicitado son los cráneos.
Hay quienes piden huesos de pierna y brazo, sin que esto excluya un esqueleto
completo.
El comprador o compradora generalmente retira lo
solicitado fuera de lugar, lejos de la vista de todos. Nadie quiere exponerse a
ser aprehendido por la policía. La única condición es llevar el dinero acordado
entre las partes a la hora y sitio indicado.