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viernes, 30 de noviembre de 2012

Utopías de Borrego: El Paciente y Aclarando


El Presidente retornó a La Habana. Tenemos que llegar a la conclusión de que a Chávez le encanta mantener al país en ascuas y que al venezolano, en especial de oposición, le fascina que el Presidente lo vacile. Primero se mantuvo sin aparecer por varios días y luego coge su avión y se marcha. En el primer lapso hubo comentarios para todos los gustos. El más morboso el del Padre Palmar de quien no sabemos si decidió ahorcar los hábitos externamente porque en su interior lo hizo desde que Chávez lo ignoró. Palmar desarrolla ciertos aspectos derivados de la enfermedad, no del Presidente sino desde su ángulo patológico en general y las aplica con mal concebido deleite a Chávez. Disfruta Palmar y eso se colige de sus comentarios en twitter sobre las penurias del Presidente y como es posible que la realidad no le alcance hiende hasta lo más profundo su puñal fétido de hiel. ¡Qué cristiano..! Pero haciendo abstracción de estos y otros “análisis” que nos llegan por todas las vías, la verdad parece ser que el Presidente va camino a su próxima etapa de terapia y que contrario al deseo de unos cuantos, particularmente muchos que le dieron sus votos, retornará para juramentarse de nuevo el venidero 10 de enero en la AN. Que no haya querido remozarse en Caracas es su decisión. Quizás confía más en Fidel que en muchos de quienes lo rodean.

ACLARANDO
Habíamos decidido enmudecer la PC. Creemos que carece de sentido seguir machacando sobre aspectos que parecen carecer de sentido. A las personas a quienes nos dirigimos no requieren orientación alguna sobre la manera de proceder ante su país. Las personas que no nos leen consideran que este país, que pareciera no serles suyo, debe marchar al ritmo que le imponen quienes lo han enajenado inconsultamente. O peor, que luego de consultar proceden en sentido absolutamente inverso despreciando con ello la decisión de ese país que cada vez más aceleradamente está perdiendo su perfil, para semejar un remedo de viejas políticas que solo quedaron para filmes históricos. Es decir, hacemos un diálogo entre dos partes separadas por el incomprensible muro de la incomprensión. Y protagonizada la conducta involucionista por un líder que pudo transformar positivamente al mismo país al que nos referimos, que más que obvio imposible, no siente como suyo. Y ante las insistentes interrogantes sobre qué hacer no encontramos respuestas porque la dirigencia de este lado del muro permanece inconmovible ante las evidencias de sus erróneos andares y corremos el doble riesgo de perderlo todo. Ante ello hemos estimado más cómodo enmudecer, escribir sobre vaguedades teñidas por frustraciones inocultables y antes que ser opinadores seremos reporteros: usted habla, yo escucho. Algún día dejaremos de involucionar, al menor intelectualmente.