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viernes, 1 de marzo de 2013

UTOPÍAS DE BORREGO: PANTOMIMA


José Ángel Borrego.- Conociendo a los personajes y sabiendo lo que se juega no extrañaría que todo lo que rodea a la presumible actividad del Presidente sea irreal. No se entiende que si un país clama por conocer la verdad sobre el jefe del Estado y este mantiene una agenda que incluye gabinetes hasta de cinco horas, no haya un pequeño espacio para que el señor Chávez se asome a la ventada de una cámara de televisión (con Fe de Vida) para calmar la incertidumbre que cada día toma mayor cuerpo. En criminalística, cuando no se tiene una prueba que llene los espacios con certeza, el investigador reúne evidencias que conduzcan a una respuesta al menos medianamente satisfactoria. Y el juez decide según lo que reposa en autos con el resultado de la pesquisa. En este caso ni siquiera la más mínima evidencia puede permitirnos tomar una decisión sensata sobre la supuesta presencia de Chávez en el país. Porque no la hay. No se conoce de un ensayo que pueda ser aceptado como testimonio de lo que se necesita comprobar. Y bajo ese teatro pantomímico no queda otra opción que dudar. Una duda que para nada es conveniente. La banca internacional negó las solicitudes por más créditos. Incluso los “altos panas” de China aplicaron el pragmatismo usual de los mercados financieros. La CE exige, con sordina aún, que se enserie el manejo del Estado venezolano. Países que adeudan dinero a nuestra nación se tornan quisquillosos. Proveedores como Brasil exteriorizan nerviosismo. ¿Qué espera el señor Maduro? Desconocemos la fórmula que tiene Insulza para normalizar esta situación desde la OEA, pero si se fundamenta en alguna moción estatutaria que se prepare para la vituperancia de Roy Chardeton.

jueves, 28 de febrero de 2013

UTOPÍAS DE BORREGO: (Por no poder atenderlo) VENDO GURI


José Ángel Borrego.- Hace algunos meses un señor Alarcón, sindicalista del sector eléctrico, denunció dos asuntos bien críticos. El primero, que los trabajos de “pica y poda” que desbrozan los tendidos eléctricos y las subestaciones cesaron. Corpoelec no tiene cómo pagarle a los contratistas. Y la segunda, bastante más grave, que para este año 2013 el déficit presupuestario de esa empresa es de tres mil millones de bolívares (ex fuertes) por lo que dejarían de cumplirse con muchas labores imprescindibles para lograr un medianamente aceptable servicio; pagar deudas laborales y adquirir insumos mínimos necesarios. Hoy conocemos de incendios generados en diversos puntos de generación eléctrica porque el calor del verano quema las ramas secas (yescas) que dejaron de picarse y de podarse. Llama la atención que Corpoelec carezca de recursos propios. Traduce ello una simple ausencia de gerencia. (Analfabetismo administrativo, le dicen). Y se debe todo al hecho de que como mínimo 60 % de los usuarios no paga el servicio porque vive en zonas populares donde el chavismo tiene su principal fuente de proselitismo. Es decir, usted amigo lector y todos nosotros, tenemos que sacar del bolsillo dinero para que los ranchos disfruten gozosos de servicio eléctrico, que además lo malbaratan porque jamás apagan bombillos, ni el ventilador, ni los equipos radio-eléctricos y menos el aire acondicionado. Todos esos “placeres” van por cuenta nuestra, obligados a ello por las decisiones políticas que toda la vida se han impuesto en las cabeceras políticas del país

sábado, 23 de febrero de 2013

UTOPÍAS DE BORREGO: ¡EN MIAMI SÍ HAY..!


José Ángel Borrego.- Dentro de ese dédalo intrincado en que se ha convertido casi todo lo que nos afecta como ciudadanos del País Bolivariano, tropezamos con situaciones frente a las cuales dudamos entre reír o llorar. Son tantas y tales que hemos optado por endurecer la tertel y hacernos los locos. “Algún día todo volverá a la normalidad” me dice a título de aliento un amigo a quien presumo convencido de que nada volverá a ser lo mismo, primero porque tampoco quisiéramos que así fuera y luego porque la “normalidad” es un estatus tan subjetivo que hasta resulta inconveniente. Pero hay pequeños detalles, por calificarlos de alguna forma, que nos obligan a menear la testa de un lado a otro en alegoría silente del asombro que ocasionan. Antes comenté que en un súper mercado boliviano, al que “visitamos” gracia a imágenes de Telesur, vimos en sus anaqueles a la prestigiosa Klim y obvio no escasea la leche venezolana en varias marcas, tanto en latas como bolsas. Ese rubro, junto a varios otros, desapareció tiempo ha del abanico de ofertas que mostraba nuestro país. Ahora cuando viene, generalmente escoltada por efectivos de la Guardia Nacional o del Ejército, se generan colas inmensas de personas, bajo el inclemente sol y en veces soportando aguaceros que aceptan estoicamente con el fin de comprar máximo dos kilos del lácteo polvillo. ¡Y sorpresa..! Comenta una persona que estuvo hace dos días en un super-market de Miami que lo primero que vieron sus ojos fueron centenares de empaques de leche venezolana, marca “Los Andes” de esas que orgullosamente recuerdan que son “Hechas en Socialismo”. Pa’Miami muchachos..!

miércoles, 20 de febrero de 2013

UTOPÍAS DE BORREGO: EL ANUNCIO


José Ángel Borrego.- El Vicepresidente Nicolás Maduro declaró la semana pasada que haría anuncios importantes en materia de economía. Más que información aquello sonó a amenaza. ¿Qué podría decir Maduro que resulte verdaderamente importante? El gobierno fue sorprendido por el alboroto de la devaluación habida cuenta de que desde trincheras opositoras no había quien no expresara la necesidad de tomar una medida de esa naturaleza, incluso más enfática. Bs 9 por dólar fue la media de analistas no afectos al oficialismo. ¿Qué lectura puede contener esa reacción negativa en especial de sectores populares? Que no es la oposición quien insufla la protesta sino todos cuantos necesitan comer, es decir, todos y muy en especial los sectores más empobrecidos que acusan con mayor vehemencia el impacto de esa merma del 45,51 % que afecta sus bolsillos. Ante ello el Gobierno cuenta solo con dos opciones: (a) incrementar el salario mínimo para cubrir esa diferencia, lo cual beneficiará solo a quienes trabajan y dejará por fuera a millones de compatriotas que insistirán en protestar aunque deban esperar las próximas y no muy lejanas elecciones presidenciales, o (b) anunciar medidas efectistas como perseguir al especulador (lo que realmente hace falta) pero para ello el Gobierno deberá contar con un equipo de trabajo que demuestre ese factor con modelos matemáticos, lo que no existe en la administración pública. De lo contrario esa respuesta también se revertirá en contra de Maduro aun con la máxima profusión publicitaria al efecto.

lunes, 14 de enero de 2013

UTOPÍAS DE BORREGO: ALBOROTO


Expediente Público.- José Ángel Borrego. El país se embochinchó políticamente. Pareciera que esa inestabilidad conviene a ambos bandos por igual. El Gobierno no sabía a qué atenerse porque Chávez resulta tan imprevisible que a nadie hubiera extrañado que se presentara ayer a jurar su mandato como pauta la Carta Magna. Y la oposición, aunque sabedora de que el curso de los acontecimientos desde el perfil “legal” sería el que asumió el TSJ, introdujo más fosforitos a la llama para avivar el debate. Tal vez aspira que la gente comprenda que la razón los asiste. Y ante toda esa alharaca el ciudadano de a pie, incluido el que maneja su automóvil, ni se percató del bochinche hasta que encendió su equipo de radio y TV y tropezó con una cadena interminable donde Maduro estrenó un deje cubano que inédito. Quienes escuchaban radio deben haberse sorprendidos cuando supieron que era el vicepresidente quien el orador con tono inconfundiblemente cubanófilo. Porque prestar atención a los discursos era tan poco inteligente como los mismos. Aquello fue una catarata de adulancias interesadas de quienes aspiran seguir succionando la ubre de Venezuela. Era tan evidente que descartamos el que alguien de nuestro patio no lo haya captado. Aparte de que los viajeros no gastaron ni medio. Todo lo pagó el Tesoro venezolano. Y por lares opositores las intervenciones contrarias a la decisión del TSJ brotaron encendidas, aun a sabiendas de que para nada influirían en la conciencia oficialista. Un alboroto poco productivo, incluso mirándolo solo como una distracción política.