José Ángel Borrego.- Conociendo a los personajes y
sabiendo lo que se juega no extrañaría que todo lo que rodea a la presumible
actividad del Presidente sea irreal. No se entiende que si un país clama por
conocer la verdad sobre el jefe del Estado y este mantiene una agenda que
incluye gabinetes hasta de cinco horas, no haya un pequeño espacio para que el
señor Chávez se asome a la ventada de una cámara de televisión (con Fe de Vida)
para calmar la incertidumbre que cada día toma mayor cuerpo. En criminalística,
cuando no se tiene una prueba que llene los espacios con certeza, el
investigador reúne evidencias que conduzcan a una respuesta al menos
medianamente satisfactoria. Y el juez decide según lo que reposa en autos con
el resultado de la pesquisa. En este caso ni siquiera la más mínima evidencia
puede permitirnos tomar una decisión sensata sobre la supuesta presencia de
Chávez en el país. Porque no la hay. No se conoce de un ensayo que pueda ser
aceptado como testimonio de lo que se necesita comprobar. Y bajo ese teatro
pantomímico no queda otra opción que dudar. Una duda que para nada es
conveniente. La banca internacional negó las solicitudes por más créditos.
Incluso los “altos panas” de China aplicaron el pragmatismo usual de los
mercados financieros. La CE
exige, con sordina aún, que se enserie el manejo del Estado venezolano. Países
que adeudan dinero a nuestra nación se tornan quisquillosos. Proveedores como
Brasil exteriorizan nerviosismo. ¿Qué espera el señor Maduro? Desconocemos la
fórmula que tiene Insulza para normalizar esta situación desde la OEA, pero si se fundamenta en
alguna moción estatutaria que se prepare para la vituperancia de Roy Chardeton.
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viernes, 1 de marzo de 2013
jueves, 28 de febrero de 2013
UTOPÍAS DE BORREGO: (Por no poder atenderlo) VENDO GURI
José Ángel Borrego.- Hace algunos meses un señor Alarcón,
sindicalista del sector eléctrico, denunció dos asuntos bien críticos. El
primero, que los trabajos de “pica y poda” que desbrozan los tendidos
eléctricos y las subestaciones cesaron. Corpoelec no tiene cómo pagarle a los
contratistas. Y la segunda, bastante más grave, que para este año 2013 el
déficit presupuestario de esa empresa es de tres mil millones de bolívares (ex fuertes) por lo que dejarían de
cumplirse con muchas labores imprescindibles para lograr un medianamente
aceptable servicio; pagar deudas laborales y adquirir insumos mínimos
necesarios. Hoy conocemos de incendios generados en diversos puntos de
generación eléctrica porque el calor del verano quema las ramas secas (yescas)
que dejaron de picarse y de podarse. Llama la atención que Corpoelec carezca de
recursos propios. Traduce ello una simple ausencia de gerencia. (Analfabetismo
administrativo, le dicen). Y se debe todo al hecho de que como mínimo 60 % de los usuarios no paga el servicio porque vive en
zonas populares donde el chavismo tiene su principal fuente de proselitismo. Es
decir, usted amigo lector y todos nosotros, tenemos que sacar del bolsillo dinero
para que los ranchos disfruten gozosos de servicio eléctrico, que además lo
malbaratan porque jamás apagan bombillos, ni el ventilador, ni los equipos
radio-eléctricos y menos el aire acondicionado. Todos esos “placeres” van por
cuenta nuestra, obligados a ello por las decisiones políticas que toda la vida
se han impuesto en las cabeceras políticas del país
sábado, 23 de febrero de 2013
UTOPÍAS DE BORREGO: ¡EN MIAMI SÍ HAY..!
José Ángel Borrego.- Dentro de ese dédalo intrincado en
que se ha convertido casi todo lo que nos afecta como ciudadanos del País
Bolivariano, tropezamos con situaciones frente a las cuales dudamos entre reír
o llorar. Son tantas y tales que hemos optado por endurecer la tertel y
hacernos los locos. “Algún día todo
volverá a la normalidad” me dice a título de aliento un amigo a quien
presumo convencido de que nada volverá a ser lo mismo, primero porque tampoco
quisiéramos que así fuera y luego porque la “normalidad” es un estatus tan
subjetivo que hasta resulta inconveniente. Pero hay pequeños detalles, por
calificarlos de alguna forma, que nos obligan a menear la testa de un lado a
otro en alegoría silente del asombro que ocasionan. Antes comenté que en un
súper mercado boliviano, al que “visitamos” gracia a imágenes de Telesur, vimos
en sus anaqueles a la prestigiosa Klim
y obvio no escasea la leche venezolana en varias marcas, tanto en latas como
bolsas. Ese rubro, junto a varios otros, desapareció tiempo ha del abanico de
ofertas que mostraba nuestro país. Ahora cuando viene, generalmente escoltada
por efectivos de la Guardia Nacional
o del Ejército, se generan colas inmensas de personas, bajo el inclemente sol y
en veces soportando aguaceros que aceptan estoicamente con el fin de comprar
máximo dos kilos del lácteo polvillo. ¡Y sorpresa..! Comenta una persona que
estuvo hace dos días en un super-market de Miami que lo primero que vieron sus
ojos fueron centenares de empaques de leche venezolana, marca “Los Andes” de
esas que orgullosamente recuerdan que son “Hechas en Socialismo”. Pa’Miami
muchachos..!
miércoles, 20 de febrero de 2013
UTOPÍAS DE BORREGO: EL ANUNCIO
José Ángel Borrego.- El Vicepresidente Nicolás Maduro
declaró la semana pasada que haría anuncios importantes en materia de economía.
Más que información aquello sonó a amenaza. ¿Qué podría decir Maduro que
resulte verdaderamente importante? El gobierno fue sorprendido por el alboroto
de la devaluación habida cuenta de que desde trincheras opositoras no había
quien no expresara la necesidad de tomar una medida de esa naturaleza, incluso
más enfática. Bs 9 por dólar fue la
media de analistas no afectos al oficialismo. ¿Qué lectura puede contener esa
reacción negativa en especial de sectores populares? Que no es la oposición
quien insufla la protesta sino todos cuantos necesitan comer, es decir, todos y
muy en especial los sectores más empobrecidos que acusan con mayor vehemencia
el impacto de esa merma del 45,51 %
que afecta sus bolsillos. Ante ello el Gobierno cuenta solo con dos opciones:
(a) incrementar el salario mínimo para cubrir esa diferencia, lo cual
beneficiará solo a quienes trabajan y dejará por fuera a millones de
compatriotas que insistirán en protestar aunque deban esperar las próximas y no
muy lejanas elecciones presidenciales, o (b) anunciar medidas efectistas como
perseguir al especulador (lo que realmente hace falta) pero para ello el
Gobierno deberá contar con un equipo de trabajo que demuestre ese factor con
modelos matemáticos, lo que no existe en la administración pública. De lo
contrario esa respuesta también se revertirá en contra de Maduro aun con la
máxima profusión publicitaria al efecto.
lunes, 14 de enero de 2013
UTOPÍAS DE BORREGO: ALBOROTO
Expediente Público.- José Ángel Borrego. El país se embochinchó políticamente.
Pareciera que esa inestabilidad conviene a ambos bandos por igual. El Gobierno
no sabía a qué atenerse porque Chávez resulta tan imprevisible que a nadie
hubiera extrañado que se presentara ayer a jurar su mandato como pauta la Carta Magna. Y la oposición,
aunque sabedora de que el curso de los acontecimientos desde el perfil “legal”
sería el que asumió el TSJ, introdujo más fosforitos a la llama para avivar el
debate. Tal vez aspira que la gente comprenda que la razón los asiste. Y ante
toda esa alharaca el ciudadano de a pie, incluido el que maneja su automóvil,
ni se percató del bochinche hasta que encendió su equipo de radio y TV y
tropezó con una cadena interminable donde Maduro estrenó un deje cubano que inédito. Quienes
escuchaban radio deben haberse sorprendidos cuando supieron que era el
vicepresidente quien el orador con tono inconfundiblemente cubanófilo. Porque
prestar atención a los discursos era tan poco inteligente como los mismos.
Aquello fue una catarata de adulancias interesadas de quienes aspiran seguir
succionando la ubre de Venezuela. Era tan evidente que descartamos el que
alguien de nuestro patio no lo haya captado. Aparte de que los viajeros no
gastaron ni medio. Todo lo pagó el Tesoro venezolano. Y por lares opositores
las intervenciones contrarias a la decisión del TSJ brotaron encendidas, aun a
sabiendas de que para nada influirían en la conciencia oficialista. Un alboroto
poco productivo, incluso mirándolo solo como una distracción política.
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